| domingo, 01 de febrero de 2004 | Cine / Crítica "El padre de mi novio": Una ágil parodia pero no mucho más U.G. Mauro / La Capital Algunos pasos que parodian a ciertos filmes de espionaje clase B, unos pocos gags sutiles, música de otras reconocidas películas usada de modo farsesco y el trabajo de Michael Douglas incursionando en el terreno de la comedia familiar y humorística pueden considerarse los atractivos del filme de Andrew Flemming.
Douglas encarna a Stevie, un muy particular agente de la CIA que cuando se trata de elegir entre su familia y el trabajo opta, desde siempre, por lo último. Esto hasta que su hijo, decide casarse.
El hipertrillado recurso narrativo de unir a dos personalidades absolutamente dispares en un marco de acción y aventuras vuelve a funcionar efectivamente cuando Stevie fuerza a su aburrido y neurótico consuegro, un podólogo encarnado por Albert Brooks, a enredarse en el "peligroso" intento de neutralizar a un patético traficante y contrabandista. Mientras tanto, todos son a su vez perseguidos por unos lastimosos agentes del FBI.
Lo que se puede perder en el filme por culpa de algunos esquematismos, clises y hasta prejuicios se recupera gracias a que el director no se propone otra cosa que entretener, objetivo que finalmente logra.
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