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 domingo, 01 de febrero de 2004

Sectores. Con sueldos devaluados y miedo a tomar deudas, la clase media asalariada no puede repetir su protagonismo de otras épocas
Los planes de obra pública y la demanda que viene del campo son los puntales de la construcción
Algunos constructores ya soportan dificultades para conseguir recursos humanos de cierta calificación. También se presentan problemas con el abastecimiento de insumos

Marcos Cicchirillo / La Capital

La construcción en Rosario parece haber despertado de un largo letargo durante 2003 y las perspectivas para este año son promisorias. Los anuncios oficiales y privados de grandes obras de infraestructura, tales como la circunvalación, accesos, shoppings, distritos municipales y plantas industriales, entre otras, sumado a la mayor nivel de edificación y remodelación de la zona céntrica, la aceleración de los desarrollos inmobiliarios en los contries a las afuera de ciudad y las pequeñas refacciones de particulares, dan sustento al optimismo.

Pero el fenómeno, que reconforta a los operadores del sector, no deja de presentar algunas dificultades. Se empieza a sentir con fuerza la falta de mano de obra calificada en algunos rubros y son acotados los stocks en determinados insumos críticos. Es más, los analistas prevén que esta situación podría agudizarse con el correr de los meses, con la presión de la demanda.

La demanda también tiene sus particularidades, porque la clase media y media baja que históricamente traccionó el mercado de la construcción en Rosario esta vez fue desalojada. Con los salarios achatados tras la devaluación y la desconfianza para asumir deudas con los bancos a este sector le cuesta entrar al circuito, lo cual provoca un direccionamiento de la oferta hacia los dólares que provienen del campo y sus actividades conexas.

Referentes de la industria de la construcción local prevén un mayor dinamismo para el 2004, aunque distante de aquella explosión que generó el boom inmobiliario de los 70, que se produjo en el marco de desgravaciones impositivas para la actividad, el desarrollo de infraestructura para el Mundial de Fútbol del 78 y un mayor poder adquisitivo de la población.


Después del parate
Hoy están en marcha en la región de Rosario obras públicas y privadas de envergadura por un valor superior a los 520 millones de pesos, sin contar la construcción de plantas industriales, edificios y viviendas particulares. Es una cifra importante, pero que a la vez refleja la magnitud de la parálisis de de los años anteriores (ver aparte).

"La suma de las grandes obras y la creciente demanda que existe de departamentos hacen prever un buen año, pero todavía estamos lejos de los picos alcanzados en otras épocas", señaló el constructor Néstor Pellegrinet, quien está a cargo, entre otros proyectos, de la construcción del shopping sobre el parque Scalabrini Ortiz.

"Vemos un crecimiento importante desde principios de 2003, lento, pero sostenido", acotó Hugo Pietrafesa, presidente de la Asociación Empresaria de la Vivienda, que agrupa a una treintena de constructores de Rosario. Ambos directivos coinciden que el motor hoy es campo y tiene a los dólares de la soja como combustible.

Un ejemplo. Algunas inmobiliarias rosarinas se vieron sorprendidas este enero. Los padres de los estudiantes que vienen de distintos puntos de la provincia a estudiar a Rosario alquilan por estas fechas departamentos para sus hijos. Sin embargo esta vez se encontraron con que numerosos hombres de campo vinieron a directamente a comprar departamentos para los chicos.

La creciente demanda está generando que los precios por metro cuadrado estén recuperando su valor en dólares hacia los niveles predevaluación. La falta de opciones de inversión conservadoras hacen que los chacareros se hayan volcado a colocar parte de sus ganancias en ladrillos. Influyen la estabilización del dólar, la desconfianza hacia el sistema financiero y los excedentes logrados por los precios de los commodities en los últimos dos años.


Rentabilidad
"Hoy el negocio de la construcción de inmuebles también es rentable para las constructoras, ya que con el dólar estable y los valores a los que se están vendiendo en la actualidad los departamentos hace que se pueda recuperar la inversión y obtener una ganancia razonable", explicó Daniel Viliguer, titular de Accesaniga, la casa que provee artículos para la construcción.

Según distintas fuentes del sector, el valor promedio del metro cuadrado construido ronda entre los 280 y 350 dólares, mientras que la venta de ese mismo espacio cotiza desde los 500 dólares hasta más de mil dólares para algunos edificios frente al río Paraná. Una construcción estándar de un edificio puede llevar casi dos años, con lo cual la tasa de retorno se presenta interesante para las firmas constructoras.

Sin embargo, los constructores locales reconocieron que la revalorización de las propiedades después de la devaluación dejó afuera del fenómeno por el momento a una importante franja de la clase media asalariada, ya que por su nivel de ingresos se ve imposibilitada de ahorrar o de acceder a un crédito hipotecario que le permita comprar una propiedad.

En este sentido, salvo el plan Rosario Hábitat para las familias carenciadas y de créditos hipotecarios de la provincia al 6% anual para personas con ingresos superiores a dos mil pesos y un terreno adquirido de antemano, no existen proyectos de los gobiernos locales, donde el ingreso promedio es menor a los 500 pesos. "No hay bolsillos para el crédito", sintetizó un conocido constructor.

A pesar de la ausencia de esta franja poblacional en la motorización del sector, el nivel de la reactivación en la construcción está produciendo que se registre cierta escasez de algunos materiales -como perfiles de aluminio o determinados cerámicos-, lo que trae aparejado demoras en las entregas por la falta de stocks.


Los efectos de la devaluación
Pero entre las razones se encuentran la abrupta caída de las importaciones de productos tras la devaluación y en algunos rubros pesan las dificultades de las firmas locales para abastecer el mercado. Aunque los proveedores locales admiten que poco a poco están volviendo a ingresar determinados productos y que la escasez se puede percibir más bien en piezas de valor, como una bañero de hidromasaje.

Además, la salida de la convertibilidad habilitó a empresas locales, por ejemplo de cerámicos, a ganar nichos de mercados en el exterior que apuestan a mantener para diversificar riesgos.

"No es demasiado grave, pero existen retrasos en la entrega en determinados productos", indicó Pellegrinet, aunque admitió que la aparición de nuevos megaproyectos en la ciudad podría complicar el panorama, en particular de mano de obra especializada.


Oficiales, se busca
La construcción agrupa a más de 90 rubros. Los constructores explicaron que la década pasada dejó en el camino a muchas constructoras, empresas contratistas y expulsó a una importante masa de trabajadores especializados hacia otros sectores de la economía, que hoy son difícil de recuperar. Entre ellos aparecen oficiales albañiles, maquinistas o carpinteros de obra.

"Ahora hay que formar nuevos oficiales, armar cursos de capacitación", consideró Pellegrinet, sobre un problema a otros rubros les llegó el año pasado, como metalmecánica o calzado. Además, otros constructores señalan existen también "demoras" para conseguir contratistas.

Los empresarios admiten que los ingresos del personal calificado ha ido mejorando en los últimos meses. En el caso de los trabajadores sin especialización permanece más retrasada.

El sector se muestra "optimista" para el 2004 y señalan que además del fenómeno del campo hay "necesidad" viviendas. En este punto, además de las tasas de interés en los créditos, los constructores miran al Estado como incentivador para la adquisición de propiedades, sobre todo para los sectores medios.

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Las empresas constructoras de Rosario se muestran optimistas sobre las perspectivas para este año.

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