| domingo, 11 de enero de 2004 | Como si el reloj se hubiera detenido No por repetida deja de ser estremecedora la idea de cuántas cosas pueden cambiar tras un segundo de infortunio. Desde el momento en que Maximiliano Infante recibió el tiro fatal, su familia fue arrojada hacia un forzoso nuevo vínculo con el espacio y con el tiempo. Se mudaron del departamento de barrio Rucci, donde vivían, por la reiteración de amenazas. Jorge Infante, el padre, abandonó el trabajo que hacía cuando vio morir a su hijo. Desde ese momento, además, todos los ritos familiares que reproduce el correr del calendario cesaron, como si las agujas del reloj se hubieran detenido en un día horrible de hace dos años.
"Desde entonces en casa no hay celebraciones. No festejamos los cumpleaños, ni la Navidad, ni el Año Nuevo, ni el Día de la Madre, ni el Día del Padre. En un punto se nos terminó todo, como si hubiesen matado a toda la familia", dice Alicia D'Angelo, la mamá de Maximiliano, aunque un segundo después se echa a andar de nuevo. "Bueno, en realidad nosotros estamos vivos", murmura.
Jorge Infante ya no es proveedor de tarjetas magnéticas. Ahora trabaja como chofer de un utilitario. Los otros dos hijos del matrimonio, de 25 y 20 años, son empleados de un telecentro. Alicia, al revés de su esposo, se mantuvo cerca de la causa judicial. Ayer, tras volver del cementerio, dijo que esperaba que la persona que le disparó a su hijo pagara por eso. "Martinotti, que ahora condenaron, está implicado por manejar la moto. Lo que yo busco ahora es al asesino. En el expediente figuraron tres personas, todas con frondoso prontuario, pero quedaron libres", recuerda. Los dos liberados están sobreseídos. Eso significa que la Justicia no consideró que fueran culpables y que ya no podrán ser juzgados por ese hecho. enviar nota por e-mail | | |