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 domingo, 28 de diciembre de 2003

Salta: Colgado de la meseta
Los mochileros transitan en verano las calles de Iruya

Venir a Iruya es prescindir de muchas cosas pero disfrutar de otras", afirman quienes visitan el solitario poblado de la puna salteña, colgado de una meseta que avanza sobre una profunda quebrada.

La arquitectura de raigambre precolombina conserva muchas de las huellas que dejaron los españoles, y que se advierten en las trabajadas rejas de hierro y en los balcones.

En quichua Iruya significa "rostro entre los iru", nombre de unos pajonales que ya no están, donde la leyenda dice que se vio el rostro de Nuestra Señora del Rosario, la virgen tutelar.

Llegando por el camino de los pueblitos, que pasa por los caseríos de adobe de Colanzulí, Río Ancho y Campo Carrera, Iruya se muestra bien arriba, inexpugnable, hasta que de pronto aparece colgado en la ladera del cerro.

El vehículo se detiene en el mirador de la plaza de la iglesia, entre montañas donde subyacen culturas milenarias. La iglesia de muros claros conserva la puerta de madera original, austera y oscura.

Más abajo está la plaza de La Tablada, con pocos árboles y algunos juegos para chicos, y enfrente hay una casa de adobe, con muros de un rojo intenso, faroles y puertas de madera labrada.

En ella vivió, desde 1903 a 1954, uno de los muchos eslavos que habitaron este lugar a comienzos del siglo pasado, cuando comenzó el tendido de rieles del Ramal C-14, que unió Salta con Socompa, en la frontera con Chile.

Ese hombre se llamaba Marrow Blagorta Frederich Milatovich, era yugoslavo y su largo nombre fue traducido al castellano como Manuel Federico. Ahora, una de sus hijas, Gloria, gerencia la Hostería de Iruya, administrada por la provincia.

"Aquí no trabajamos con tarjetas de crédito, no hay cajeros automáticos, remises ni estaciones de servicio -la última está en Humahuaca-, pero hay una cabina de teléfono y fax, y hace pocos días llegó Internet", informó Gloria.


Mochileros y foráneos
En estos días la gente de Iruya está recobrando el ritmo tranquilo del verano, porque la temporada alta, que se extiende desde Semana Santa hasta noviembre, quedó atrás.

Por sus callecitas de piedra, que suben y bajan, y que pareciera que siempre llegan al mismo sitio, se mezclan los mochileros del país con los foráneos.

Para llegar a Iruya desde la ciudad de Salta hay que tomar por la ruta nacional 9, que pasa por los pueblos ocres de la Quebrada de Humahuaca -Purmamarca, Maimará, Tilcara- y después por Huacalera, Uquía y Humahuaca, hasta que un trecho más adelante un desvió lleva a Iruya y la ruta continúa hasta La Quiaca.

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