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 domingo, 28 de diciembre de 2003

Adorna II

(Viene de página 32)

La precariedad de las actas policiales en algunos aspectos, a punto tal que hay una causa abierta en un juzgado de instrucción por hurto calamitoso: Nadia denunció que a su padre le faltó un anillo de los dedos, a su hermano Germán el reloj y a su madre una cadena de oro. También 80 dólares de una carterita de Alberto. Por consiguiente, se presume que se custodiaron mal los objetos en la escena criminal.

Intervención supuestamente omisiva del personal médico que, según fuentes del caso, auxiliaron fuera de la vivienda a los heridos: los médicos no entran a la casa en primer término. No se averiguó si los heridos contaron que había personas gravemente heridas dentro de la casa. Y por qué razón lo hicieron o no lo hicieron.

Algunas cosas sí están probadas en el expediente. Estos elementos son:

Lo obvio: que hay dos personas muertas con disparos en un lugar y una hora determinada que presupone responsabilidades.

Que Tulio estaba en la casa al ocurrir esos hechos y que no auxilió a nadie.

Que lo vieron irritado y "con algo en la mano" aunque nadie afirma que ese algo sea el arma. En rigor, no lo dicen ahora: en el acta policial Nadia cuenta que su hermano empuñaba el arma, que le pegó con ella en la cabeza y el hombro y que luego la dejó en la casa.

Por otra parte, otros elementos favorecen al menor: la presunción de inocencia, el hecho de que el chico dice no acordarse de nada y su afirmación de que ingirió estupefacientes , lo que contribuye a sostener la idea de su falta de conciencia de lo ocurrido. Que nadie afirme haberlo visto usando el arma es importante.

En su declaración judicial del 10 de octubre, Tulio contó haber consumido marihuana, cocaína y ácido con frecuencia casi diaria, acrecentada los fines de semana, desde hacía siete meses. En ese momento -cuando el chico dijo haberse enterado de los crímenes "leyendo el diario en Jefatura"- su defensa basaba la obnubilada conducta del muchacho -"no recuerda lo que pasó, sólo tiene flashes", decía su abogado- en la ingesta de estupefacientes. Pero el martes pasado el abogado de Tulio, Jorge Bedouret, dijo al programa "Los Mejores" de LT8 dos cuestiones significativas. La primera es que su cliente nunca sufrió síndrome de abstinencia, "sino algunos malestares" porque consumía drogas "desde abril pasado". La segunda cosa importante es que cuando le preguntaron si Tulio era el autor material de las muertes hizo un largo silencio y se excusó de contestar.

Ese silencio parece presagiar la estrategia hacia el futuro. En el presente el chico ya está fuera del ámbito penitenciario, en una clínica psiquiátrica. Entre tanta contradicción y con una causa que no avanzó en hipótesis autónomas ¿Con qué sustento un juez podrá condenar a un acusado de doble homicidio al que nadie vio disparar, con pruebas de cargo poco elaboradas y al que la ley presume inocente?

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