| sábado, 27 de diciembre de 2003 | Microchip, la nueva fórmula en EEUU para cuidar a la vaca Tras confirmarse el primer caso de Encefalopatía Espongiforme Bovina (BSE) en Estados Unidos, las autoridades debaten ahora la implantación de microchips en millones de animales para poder monitorear mejor al ganado norteamericano, informó ayer un funcionario del Departamento de Agricultura estadounidense.
"Estamos bien encaminados a desarrollar un sistema de este tipo", señaló Ron DeHaven, jefe del área de veterinaria de esa cartera, en una conferencia de prensa. Se estima que el trabajo en este aspecto se acelerará después de registrarse el primer caso del denominado mal de las vacas locas en este país.
La implantación de microprocesadores les permitiría a los funcionarios registrar y dar seguimiento a cada vaca en forma individual desde su nacimiento, así como determinar a dónde ha sido trasladada su cría, de modo de poder limitar un eventual brote de BSE. En Europa y Canadá, en donde el BSE se descubrió a principios de este año, son comunes los sistemas electrónicos de identificación.
Las autoridades están usando la información que recogen para rastrear la cría de la vaca afectada por el mal en Estados Unidos. Uno de los terneros que dio a luz se encuentra en el mismo rebaño, el cual ha sido puesto en cuarentena. Su otra cría fue vendida a una granja en el estado de Washington, la cual también fue aislada, informó la cadena CNN.
DeHaven dijo que las autoridades esperan encontrar pronto el rebaño en el cual nació la vaca afectada, pero admitieron que ello podría resultar imposible. Se teme que otros animales en el mismo hato puedan estar infectados, especialmente si todos recibieron el mismo alimento.
Después del brote de BSE en Gran Bretaña, que devastó a la industria cárnica británica, la Oficina de Control de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA) prohibió en 1997 la distribución de tejidos de cerebro y espina dorsal de ganado para el consumo humano y la formulación de pienso.
La culpa por la expansión del mal de las vacas locas en Gran Bretaña fue atribuida a los granjeros que alimentaron al ganado con tejidos cerebrales infectados de otros animales, en particular de ovejas.
Ya antes de que se descubriera el caso de BSE, las autoridades estadounidenses habían programado realizar pruebas de esta enfermedad a 38.000 cabezas de ganado en el año fiscal en curso. En el año fiscal anterior, que terminó el 30 de septiembre, se efectuaron tests en unos 20.000 animales, precisó DeHaven. enviar nota por e-mail | | |