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 domingo, 14 de diciembre de 2003

Florianópolis: Isla con tonada criolla
El balneario del estado de Santa Catarina es el preferido de los viajeros argentinos que arriban a Brasil

Fernando Toloza / La Capital (Enviado especial)

La isla de Santa Catarina, cuya capital es Florianópolis, desde hace tiempo es uno de los destinos favoritos del turismo argentino en Brasil y también de los propios brasileños. Las razones son sencillas: el lugar ofrece más de cuarenta playas en un litoral de 170 kilómetros con una infraestructura que funciona aceitadamente y es capaz de recibir a miles de turistas en hoteles, además del alquiler de casas y departamentos. En el último año, 220 mil argentinos lo eligieron como destino vacacional. En cuanto a las playas, hay de todo tipo y en los cuatro puntos cardinales, con la ventaja de que los trayectos para ir de una a otra son razonables. Las playas más lejanas del centro de Florianópolis están a unos 40 kilómetros, como Santinho y Naufragados, y la pequeña excursión siempre vale la pena.

La crisis argentina del 2001 redujo ese año y el siguiente la afluencia de turistas argentinos, según señalan desde la Secretaria de Turismo de Florianópolis. La baja se compensó, de acuerdo con la misma fuente, con el propio turismo brasileño, especialmente de Río de Janeiro y San Pablo, turismo local que en los últimos años dio un envión importante para el barrio de Jurere Internacional, una zona residencial caracterizada por sus grandes mansiones y autos importados.

Para la temporada 2003-2004, las expectativas son altas en lo que se refiere a la llegada de argentinos. Los precios son similares a los de las costas criollas, aunque, por supuesto, la gran diferencia sigue siendo el costo del viaje, ya que los cerca de 1.500 kilómetros que separan a Florianópolis de Rosario pueden llevar unas 22 horas de viaje en auto y unas cuantas más en bus. Lo mejor es el avión, por supuesto, pero los costos de los pasajes aéreos hacen reflexionar al bolsillo.

El diario La Capital recorrió buena parte de las playas de Florianópolis por invitación del Comité Visite Brasil, de la embajada de ese país. La isla explota en forma clara sus diferencias geográficas: las playas del norte son las preferidas por el turismo argentino, especialmente Ingleses y Canasvieiras. Las del centro, con la fashion Mole entre ellas, atrae a los jóvenes y amantes del surf y jet sky. El sur seduce a los que buscan un ambiente más bucólico y alejado de las movidas, como la paradisíaca Pantano do Soul.


Inscripciones rupestres
La playa de Santinho, en el norte, está entre las mejores de la isla. Tiene una extensión de 600 metros de largo y unos cien de ancho. Cuenta con olas fuertes que permiten el surf pero también el baño. Su nombre deriva de unas inscripciones rupestres que hay en la zona, entre las que se destaca una cara que, según los lugareños, parece un santo. Los dibujos han sido preservados y forman un museo arqueológico al aire libre, que constituye una buena opción para un día en el que se busque una actividad diferente.

Ingleses, también en el norte de la isla, es un destino favorito de los argentinos. Está considerada la playa más famosa de Florianópolis y se caracteriza por su oferta de bares y restaurantes, con una edificación que le ha quitado espacio a la playa, como sucede también en Canasvieiras. Los precios de hoteles en el norte de la isla para la temporada de verano parten de los 100 reales por día para la habitación doble (1 real equivale aproximadamente a un peso; si se cambia en la Argentina, el peso vale un poco más; si se cambia en Brasil, el real cotiza más y el peso argentino menos) hasta llegar a propuestas exquisitas como el resort Costao do Santinho cuyo atractivo hotel internacional tiene una tarifa de 900 reales por día, aunque, por supuesto, hay paquetes turísticos que bajan los precios al contratar por agencias y por períodos de una semana.

El precio en las posadas para la temporada alta contempla posibilidades desde 60 reales por día la doble, como la Posada de los Pájaros, o a 85 reales por día la Posada Ponta Alpina.

En cuanto a la comida en los restaurantes de la parte norte de la isla, hay una oferta variada, con promedios que van desde los 12 reales por persona hasta la 30 y 40 reales por comensal para los más selectos. Un rasgo destacado en todos es la homogeneidad en el precio de las gaseosas y cervezas. Desde el más económico al más exigente, los precios de esas bebidas tienen poco cambio.


Paraíso de solteros
En el centro de la isla se destacan las playas para los amantes del surf. La playa Mole es el paraíso de los solteros. Su público está conformado por gente de entre 15 y 35 años. "Si quieres ver las chicas más lindas, tienes que ir a playa Mole", es la recomendación de un miembro de la Secretaria de Turismo. La razón de tanta belleza junta es el surf: en la playa se realiza todos los años, por finales del mes de octubre, un campeonato mundial de surf, y la onda fashion continúa durante todo el verano.

No es una playa aconsejable para los baños, porque tiene una importante caída en los primeros metros dentro del mar.

Joaquina, también a unos 15 kilómetros del centro como Mole, combina el surf con la posibilidad de expansión familiar.

Además de la belleza del mar y de la arena, Joaquina ha ganado fama en los últimos tiempos como cuna de un "deporte" ciento por ciento florianopolitano: el sandboard, una combinación de snowboard, skate y surf. Se practica en diversas tablas sobre las dunas. Lugar es lo que sobra: Joquina tiene 100 hectáreas de dunas. Además, el sandboard es accesible: las tablas se alquilan por 5 reales la hora.

El precio de los hoteles en la zona de surf es alto: hay que partir de los 150 reales por día, algunos con media pensión.

Las posadas también se cotizan más que en el norte: el precio mínimo ronda los 100 reales por día, la habitación doble. Aunque buscando se pueden conseguir verdaderas pichinchas como la posada Girasol OK, que cobra 30 reales por día, sin desayuno.

En Florianópolis todo es posible. No son muchos kilómetros, pero la cantidad de opciones recreativas del lugar hacen que la isla sea un destino difícil de agotar en una sola visita o incluso en una seguidilla. Por ello los viajeros casi siempre regresan.

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