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 sábado, 13 de diciembre de 2003

La ley italiana sobre fecundación asistida es resistida seriamente por científicos y políticos
El embriólogo Severino Antinori recurre a La Haya para denunciar la "gravísima violación" a derechos civiles

El embriólogo italiano Severino Antinori, presidente de la Sociedad Mundial de Medicina de la Reproducción (Warm), anunció ayer que denunciará ante Amnesty International y ante la Corte de La Haya al premier Silvio Berlusconi por la "gravísima violación" de los derechos civiles perpetrada con la aprobación de la ley sobre fecundación asistida que establece severas restricciones al protocolo médico.

En 1994, Antinori saltó a la fama cuando implantó un óvulo fertilizado en el útero de una mujer de 63 años. El especialista ocupó las primeras planas al denostar las experiencias de clonación de humanos por parte de integrantes de la secta raeliana. "Los cazadores de consensos electorales en las esferas confesionales con la bendición de la sharia vaticana -afirmó el científico- imponen de este modo el burka a las italianas. Hoy se puede afirmar sin ninguna rémora que la religión ha oscurecido la razón", mientras "el gobierno mostró su verdadera cara, integrista, clerical y opresora".

La diatriba de Antinori está centrada en la posición del Senado italiano, que anteayer aprobó la controvertida ley sobre derechos reproductivos, que prohíbe el uso de esperma y óvulos de donantes y las madres de alquiler, a la vez que restringe los procesos de fertilización asistida sólo para parejas heterosexuales "estables".

La ley ha sido duramente criticada por los sectores laicos de la sociedad italiana, que la califican de excesivamente católica. El Senado aprobó la ley por 169 votos a favor y 5 abstenciones.

Entre los asuntos más criticados de la ley figura la prohibición de la fecundación heterogénea, autorizada en otros países de Europa, como España, Inglaterra, Alemania y Austria, ya que le prohíbe a una pareja que no puede tener hijos resolver el problema a través de una tercera persona.

Otro punto que dividió a los parlamentarios católicos de todos los partidos de sus homólogos laicos fue el que impide a las mujeres que viven solas acceder a la fecundación artificial.

El texto deberá ser de nuevo sometido a votación en la Cámara de Diputados para que entre en vigor.


La muerte, otra barrera
La nueva disposición prohíbe también la fecundación después de la muerte de uno de los cónyuges y la de las parejas homosexuales.

Otra disposición criticada es la que prevé la creación de un máximo de tres embriones para cada mujer, los cuales deben ser obligatoriamente implantados.

La ley no autoriza a las mujeres a cambiar de idea, ni a renunciar a la implantación de uno de los embriones. Prohíbe igualmente congelar o eliminar embriones, aun en caso de que se demuestre que tienen deformaciones. Según la ley, una mujer que se ha sometido a un tratamiento para tener hijos puede descubrir que le van a implantar un embrión con deformaciones. La ley la obliga a implantarlo, para luego tener que recurrir al aborto", denunció Margarita Boniver, de Fuerza Italia. (AFP)

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Antinori quiere libertad para concebir.

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