Dos colegios rosarinos cuentan cómo afrontan el reto de la inclusión

La educación en la diversidad, un desafío que convoca a las escuelas

La experiencia de integrar alumnos con distintos tiempos de aprendizaje en un mismo espacio educativo

Fabiana Monti / La Capital

Educar en la diversidad es uno de los mayores retos que tiene la escuela pública común por estos días, en una sociedad donde más del cincuenta por ciento de su población se encuentra en estado de marginalidad y de exclusión. Existen diversas experiencias educativas al respecto, sin embargo la mayor dificultad sigue siendo cómo llevar a la práctica el desafío que implica entender que cada alumno tiene un proceso de aprendizaje diferente. Esto habla también de currículas flexibles y docentes dispuestos a encarar el cambio. La Capital entrevistó a dos escuelas de Rosario que contemplan esta concepción en sus proyectos institucionales, la Nº 524 Estanislao Pando y la Nº134 Cornelio Saavedra. Su plantel docente relata cómo intentan llevar adelante una escuela que integre, incluya y retenga.

Atravesando el muro de la imposibilidad que muchas veces se plantea como excusa para la exclusión, estas dos instituciones decidieron trabajar en la diversidad a partir de los cambios en el perfil de los alumnos que solían concurrir a los establecimientos. "Perdíamos matrícula del barrio y se empezó a incorporar chicos de zonas periféricas, con retrasos madurativos o con dificultades en el aprendizaje", explicó Beatriz Almagro Paz, directora de la Escuela Nº 524 (Italia 2225).

Si bien fueron aplicando diferentes proyectos, como el de grado recuperatorio o el promoción no graduada, fue en 1998 cuando diseñaron el que actualmente llevan adelante y que denominan "Hacia una escuela que incluya, integre y retenga".

La vicedirectora de la Escuela Pando, Raquel López, retoma el relato de la directora para afirmar que "los pilares del proyecto son la familia, los profesionales que apoyan y la escuela". El trabajo demandó la capacitación de los maestros, que corrió por cuenta propia, y que tuvieron como meta principal adaptar los contenidos de la enseñanza a los tiempos de sus alumnos.

"Quizás tener una baja matrícula es una fortaleza porque permite hacer un seguimiento personalizado de chicos con dificultades y trabajar en cuestiones específicas", apuntó López sobre otro aspecto de la realidad de la escuela que dirige. "La atención está focalizada en el aprendizaje. No se trata -agregó- de nivelar o unificar, sino aceptar las diferencias". Y en ese punto aseguró que el tema disciplinario es un aspecto que se negocia y acuerda permanentemente con los alumnos.


Maestro integrador
También las directivas hicieron hincapié en el trabajo que se realiza con los chicos que tienen un aprendizaje considerado "normal", los que suelen aceptar a sus otros compañeros de manera natural. Esto no es casual, ya que la integración se realiza desde preescolar hasta 7º año de la EGB. Incluso, en el 2000, después de varios expedientes elevados al Ministerio de Educación provincial, consiguieron la aprobación de dos multiaños donde se integran alumnos de 1º y 2º años de la EGB, y 3º y 4º años.

"Uno de los puntos donde este tema hace aguas es cuando los chicos egresan de la escuela porque no existen proyectos similares en la enseñanza medias que contemplen esta metodología", indicó Almagro Paz.

Si bien la ley federal contempla el tema de la diversidad en sus lineamientos generales, los docentes consultados señalan que esto no se acompaña con una reforma administrativa que tenga en cuenta, por ejemplo, la figura del maestro integrador, que es el que trabaja con los chicos que tienen dificultades, mientras el otro docente se ocupa de los contenidos más generales.

La directora de la Escuela Cornelio Saavedra, Florencia Serravalle, también acuerda con la importancia de la figura del maestro integrador: "Nosotros hemos realizado convenios institucionales con la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario o recibimos a residentes de profesorados, pero sería sumamente necesario contar con esa figura".

Si bien cuentan con el apoyo del equipo interdisciplinario del Ministerio de Educación de la provincia y de distintos profesionales, desde su perspectiva, un punto fundamental para este trabajo es que el docente pueda comprender que hay diferentes aprendizajes.

"Nuestro proyecto se sustenta desde lo epistemológico y lo ideológico" indicó Serravalle y aclaró: "La diversidad existe desde que está el hombre. Plantear grupos homogéneos es algo que la escuela debe empezar a modificar".


Potenciar capacidades
Según explicó, hay teorías que plantean que el trabajo de integración se hace durante un año y luego se habla de alumno incluido. En cambio, en la escuela que dirige la concepción es otra. "Partimos de la inclusión, que los chicos son diferentes y de dar el andamiaje para que puedan potenciar sus capacidades", indicó Serravalle.

Por eso señaló que en la Escuela Nº 134 (Richieri 1662) hay "diversidad de diversidades" ya que incluye alumnos con problemas orgánicos así como también con retrasos madurativos. Según los datos que la institución relevó, los chicos con necesidades educativas diferentes representan el 24 por ciento en cada curso.

Por último, Serravalle manifestó que para lograr un verdadero proceso de integración e inclusión hay que desterrar algunos mitos como "los otros alumnos se me van a atrasar". "Como decía un gran pedagogo, los chicos aprenden con el método o contra el método", reflexionó y agregó: "Hay una ausencia de cultura integradora, que hay que fomentar. El tema es polémico pero no creo que haya otra manera de incluir que haciéndolo. Por eso es fundamental contar con un proyecto institucional porque es necesario que hasta el portero colabore".

Los chicos aprenden todos juntos.