 | lunes, 29 de septiembre de 2003 | Ajetreo en el Vaticano por las inusuales medidas Giovanni Facchini En el Vaticano se ha desatado un ajetreo inusitado. Apenas había superado el Papa un problema intestinal que a mediados de semana causó gran preocupación cuando ayer decidió, por sorpresa, adelantar el nombramiento de nuevos cardenales.
Medidas de este tipo son harto inusuales en el Vaticano, por lo que los observadores lo consideran la mejor prueba de que se cuenta con la muerte en cualquier momento de Juan Pablo II. El jefe de la Iglesia católica, de 83 años y afectado del mal de Parkinson, acabó incluso rompiendo el tabú y habló abiertamente de su muerte.
En un principio, el nombramiento de cardenales estaba previsto para principios de 2004, pero tras el empeoramiento de la salud del Papa, que ya sólo se desplaza en silla de ruedas, en el Vaticano no se ha querido esperar tanto. Y es que el Colegio Cardenalicio, el encargado de elegir en un cónclave secreto al nuevo Papa, se estaba quedando sin miembros. La cifra de cardenales con derecho a voto -los menores de 80 años- se había reducido a 109 debido a muertes y superación de la edad. Pero la cifra ha de ser de 120. Por ello, el Papa ha elevado ahora la cifra de cardenales con facultad para votar a 135, aunque este número vaya a volver a bajar en breve, ya que pronto varios cumplirán 80 años.
De ahí que el nombramiento de nuevos cardenales tuviera tanta importancia para la Iglesia, y que los creyentes congregados ayer en la plaza de San Pedro miraran expectantes hacia el departamento papal desde el cual el Sumo Pontífice pronuncia el Angelus cada domingo.
Los países pobres deben esperar La lista de los nuevos cardenales, que el Papa leyó con voz temblorosa, contenía además varias sorpresas. Un total de 6 italianos y otros 12 europeos recibieron el color púrpura, que simboliza lealtad a la Iglesia y al Papa hasta la muerte. De Latinoamérica sólo proceden 3 nuevos cardenales, al igual que de Africa y Asia. No se puede hablar por tanto del por muchos pronosticado cambio de relaciones de poder a favor de los países en vías de desarrollo.
Pero la mayor sorpresa fue que el secretario del Papa, Stanislao Dziwisz, no ha sido nombrado cardenal. El polaco de 64 años habría tenido en el próximo cónclave un papel clave, ya que al fin y al cabo sabe muy bien qué cardenales aprecia especialmente el actual Papa. El cardenal cuyo nombre no ha sido revelado y que Juan Pablo II se reserva para sí ("in pectore") suele tratarse de un religioso de un país en el que la Iglesia es perseguida.
Con su breve discurso, de tan sólo unos minutos, el Papa ha mezclado bien las cartas para la elección de su sucesor, ya que se suele nombrar a cardenales sólo cada tres años. Y casi nadie cuenta con que dentro de tres años el papa siga llamándose Juan Pablo II. (DPA) enviar nota por e-mail | | |