| sábado, 20 de septiembre de 2003 | Menores de 16 y 17 años retuvieron, amenazaron y golpearon a un hombre Pesadilla de un conductor cautivo de dos adolescentes en su propio coche Zafó arrojándose del vehículo en marcha. La policía divisó y siguió al auto, que terminó en V.G. Gálvez Un piscicultor de 42 años fue asaltado y secuestrado por dos menores de 16 y 17 años que lo interceptaron cuando estaba en la puerta de su casa, en pleno microcentro de la ciudad, y lo obligaron a conducir su propio automóvil. El rapto tuvo ribetes cinematográficos para la víctima. Además de decirle que lo iban a matar, también amenazaron con pedirle a su familia el pago de un rescate, lo golpearon varias en veces en la cabeza con la culata de un revólver y lo forzaron a manejar mientras la policía, alertada por un vecino que presenció el rapto, realizaba un operativo cerrojo en el cual hubo persecución. Que terminó cuando el cautivo se arrojó del vehículo en movimiento y los agentes arrestaron a los ladrones tras chocar el auto contra un montículo de tierra.
David Gustavo Ick se dedica desde hace 20 años a la cría de peces y actualmente estudia una tecnicatura en acuicultura. El jueves alrededor de las 23 regresaba a su casa luego de rendir un examen de esa carrera. Vive en la zona de la bajada Sargento Cabral y San Lorenzo, en pleno microcentro rosarino. Ick contó a La Capital que siempre tiene la precaución de observar atentamente la calle al momento de ingresar a su casa justamente por el temor a los robos. Esta vez hubo algo que le hizo bajar la guardia: vio que su Peugeot 505 estaba estacionado en la calle y debía llevarlo hasta la cochera.
"Fue algo instantáneo. Vi el coche y me fui directo a guardarlo, sin prestarle atención a dos muchachos que venían caminando justo para el mismo lugar que iba yo", relató Ick. Los delincuentes lo encañonaron cuando la víctima abría la puerta del vehículo. "Entrá al auto que te matamos. Llevanos hasta el barrio porque no sabemos manejar", le anunciaron mientras lo obligaban a ubicarse frente al volante. El comerciante acató las órdenes y puso en marcha el motor mientras le decían: "Mirá, si yo supiera manejar te mato acá nomás y te dejo tirado. ¿entendés, loquito?".
Detrás de la ventana "Estamos jugados, nos persigue la cana. Arrancá por abajo, no parés por nada y no le des bola a los semáforos", gritó el ladrón que se acomodó en la parte trasera. Lo que no sabían los intrusos es que toda la secuencia del atraco era presenciada por alguien desde una ventana que denunció el hecho a la policía. Esa oportuna llamada le permitió al Comando Radioeléctrico disponer de los datos necesarios para rastrear al automóvil.
A todo esto, Ick y los dos ladrones salieron en dirección a la zona del bajo, desembocaron en la avenida Belgrano para luego tomar hacia el sur de la ciudad. Comenzó entonces un viaje de terror para Ick, en el que sus captores al principio se mostraron desafiantes, pero después se pusieron nerviosos y contradictorios entre ellos mismos. "Cruzamos todos los semáforos en rojo. Era increíble. Los otros coches me hacían señas de luces, y yo pasaba esquivando los autos que estaban parados", rememoró David, quien a pesar de la dura experiencia no pierde el sentido del humor.
"Cuando les quise dar 20 pesos que tenía en el bolsillo del pantalón, me estamparon el primer culatazo en la cabeza, diciéndome las manos quietas Les pedí que se tranquilizaran y que estaba dispuesto a entregarles hasta la ropa. Les ofrecí las zapatillas, pero uno dijo que no porque eran baratas", manifestó con una sonrisa.
"Después me preguntaron ¿tenés mujer, tenés hijos?. Como les respondí que sí, dijeron: Ahora la vamos a llamar para pedirle plata y a vos te vamos a dejar en un zanjón para que te vengan a buscar ". A pesar de la amenaza, Ick comentó que hasta ese dialogaba en calma con sus captores. La situación se complicó cuando llegaron al cruce con avenida Pellegrini porque la zona estaba oscura y los maleantes preferían circular con las luces apagadas. Ahí volvieron a pegarle a Ick y comenzaron a discutir entre ellos. Cuando llegaron a 27 de Febrero, por ejemplo, uno le ordenó al conductor que tomara el desvío y el otro que siguiera derecho.
"Se daban manija entre ellos, se potenciaban y conmigo se pusieron más agresivos", contó David. A todo esto, la policía ya había comenzado el rastrillaje del Peugeot que tuvo sus frutos en el acceso Sur y el puente de avenida del Rosario. En ese lugar apareció el primer patrullero que comenzó a seguir de cerca al auto de David. Los policías hicieron primero señas de luces con las balizas sin despegarse de atrás, incluso dispararon a las ruedas. (ver aparte). De esa forma, Ick y los menores entraron a Villa Gobernador Gálvez.
El periplo siguió entonces por la vecina ciudad. Al parecer el cerco que tendía la policía en torno al auto "sospechoso" daba sus resultados porque los captores le hacían imprimir más velocidad y en un par de oportunidades David tuvo que girar en forma muy brusca. Todo terminó en una calle de tierra, muy poceada, en donde el conductor tuvo que disminuir drásticamente la velocidad en medio de las corcoveadas que daba el auto. Todo siempre con un patrullero que venia por detrás a pocos metros.
Fue entonces que, cuando había recuperado el control, el cautivo aprovechó para abrir la puerta y tirarse. David rodó por la tierra y se metió debajo de las ruedas duales de un camión que estaba estacionado. "Me protegí porque pensé que empezaría un tiroteo", narró. Lo cierto es que el Peugeot 505 siguió con los delincuentes unos metros y embistió un montículo de tierra. Atrás cayó la policía, con numerosos móviles, y los ladrones fueron detenidos. Tienen 16 y 17 años, y según fuentes policiales estaban armados con dos revólveres calibre 22. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Ick fue obligado a cruzar los semaforos en rojo. | | |