| sábado, 16 de agosto de 2003 | Investigación del asesinato de Leticia Pratolongo Sospechan que el homicida de una anciana está entre sus allegados La policía cree que la mujer conocía a su victimario y le franqueó el ingreso a su casa, en Callao al 200 Los investigadores del brutal crimen de Leticia Pratolongo no descartaban ayer ninguna hipótesis y por eso incluyeron dentro del cerco de sospechosos a los allegados directos a la mujer asesinada. "Están todos bajo sospecha", afirmó un oficial de la Brigada de Homicidios, reforzando un indicio por demás de llamativo que quedó al descubierto en la escena del hecho: la víctima y quien la asesinó a puñaladas y golpes se conocían porque la única puerta de acceso al departamento donde vivía la mujer no había sido violentada.
La autopsia realizada en el cuerpo de la octogenaria reveló que fueron cinco puñaladas las que recibió la víctima: una en el seno derecho, dos en el abdomen y dos en el cuello. Uno de los puntazos en el vientre fue el mortal, ya que afectó hígado, bazo y gran parte del aparato digestivo. También quedó confirmado que recibió un fuerte golpe en la cabeza realizado con un objeto contundente.
"La impresión más fuerte que tenemos es que la víctima y su victimario se conocían. Por eso estimamos que la señora pudo haberle facilitado la entrada a su casa. Además, cuando la encontró su hijo el jueves a la noche, el departamento estaba cerrado con llave, que todavía no apareció", sostuvo un vocero policial que sigue de cerca el caso.
"En casos como éste, en donde no está clara la forma de ingreso al domicilio, todo el mundo está bajo sospecha", manifestó la fuente de Homicidios. "Ahora hay que reconstruir las últimas horas de la víctima y ver el tipo de vida que llevaba, por ejemplo si era de recibir visitas", agregó. Con relación a la hipótesis del crimen, para los investigadores sigue por ahora firme la del robo, aunque no se pudo descubrir que faltara algo de valor de la casa.
Leticia Pratolongo vivía desde hacía diez años en el 6º piso C del edificio ubicado en Callao 274. Antenoche, uno de sus hijos fue hasta el lugar preocupado porque no tenía noticias de ella desde hacía tiempo.
El departamento estaba cerrado con llave y cuando el hombre ingresó se encontró con el macabro cuadro. Su madre había sido asesinada a puñaladas y golpes, según los forenses, entre el lunes y el martes. En el lugar reinaba cierto desorden, como si alguien hubiese revisado cajones y ambientes en busca de algo. Además había manchas de sangre en distintos lugares del departamento.
Espanto Elsa Coca Giorgio, amiga y vecina de piso de Leticia, aún está espantada por lo sucedido. Hacía diez años que conocía a la mujer asesinada. Cuando enviudó, Pratolongo vendió su departamento y con ese dinero compró el que sería su último hogar. A partir de entonces trabó amistad con Coca, a la que llegó a considerar como la persona de mayor confianza dentro del edificio.
"Leti era muy desconfiada, no le abría a ningún desconocido sin preguntar quien era a través de la puerta", recordó Coca. El ingreso al departamento no es un tema menor, ya que el edificio cuanta con dos puertas: una de reja y otra de vidrio. Ambas sólo pueden abrirse con llave.
Elsa no sabe si Leticia temía por su seguridad por algún tema, pero lo cierto es que un día la mujer asesinada le había manifestado su deseo de colocar una puerta de rejas en el departamento. "Ella decía que los días de calor podría dejar abierta la puerta con la reja cerrada por seguridad", sostuvo Giorgio. Leticia contrató a un herrero, pero el trabajo nunca llegó a concretarse.
Cuando la policía ya estaba examinando la escena del crimen, el teléfono del 6º C sonó. La hija de la víctima atendió. Era el herrero para avisar que ya había terminado su trabajo. "Sufrimos una tragedia", alcanzó a informar la mujer, pero un policía le ordenó que cortara inmediatamente.
De estatura baja, y con los signos evidentes en su cara de haber pasado la peor noche de su vida, Coca recordó a su amiga como la mayoría de los vecinos del edificio. "Era una mujer muy vital y enérgica, le gustaba salir bien vestida y tenía una vida social muy activa". A pesar de sus 81 años, Leticia integraba el coro de una entidad de descendientes de Cerdeña y estaba vinculada a la iglesia Inmaculada Concepción de Riccheri y Catamarca. Era además una activa colaboradora de Cáritas. enviar nota por e-mail | | Fotos | | El crimen conmovió a los vecinos de Callao al 200. | | |