| sábado, 16 de agosto de 2003 | En recuerdo del padre Pizzi Nunca le escribí una carta al padre Pizzi. Para hacerlo tengo que ver esos ojitos pícaros que me miran desde su foto. Vivimos juntos muchas alegrías y muchas más tristezas. Fue el timonel de mi alma y ahora el navegante. Yo aprendí a escuchar su silencio y usted mi verborragia. Lo quise, lo quiero como se quiere a un padre y usted obediente al Señor se dejó querer. Aunque siempre me decía: "No crea en los hombres Liliana, solamente en Dios, hasta último momento nunca se sabe". Un día con toda su humildad a cuestas, me dijo: "Liliana creo que descubrí una estrella". Padre, le dije: me dibuja la posición de su estrella y yo no sé si pude devolverle tanta gentileza. Se acuerda cuando bendijo a Alexis: "Para que vos y yo estemos juntos en el Reino de Dios", ¿y yo no voy con ustedes padre?, le dije: y usted me contestó:"Puede venir Liliana, puede venir". Fue un fiel discípulo del Señor. Que su ejemplo trascienda para usted. Que descanse en paz, padre Pizzi.
LC 4.519.184
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