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 lunes, 30 de junio de 2003

Calidad interpretativa para un programa musical dispar
Aplaudida propuesta basada en géneros disímiles

U.G. Mauro / La Capital

Cada uno tuvo su momento de lucimiento en el concierto "De Rossini a Piazzolla" que la Orquesta de Cámara Municipal de Rosario y el pianista Pablo Ziegler -secundado por el bandoneonista Walter Castro- ofrecieron en el Teatro El Círculo el viernes. Casi breve, sin preámbulos y con un público que aplaudió fervorosamente y de pie a los artistas sobre el final, el concierto se extendió por dos carrilles quizás excesivamente diferenciados en lo conceptual, en los que el protagonismo fue, en la primera parte, para la Orquesta de Cámara de Rosario. La formación, esta vez dirigida por el maestro Fernando Ciraolo, interpretó la "Sonata Nº1 en Sol Mayor". del compositor italiano Gioacchino Rossini. Aunque gran parte del público presente en el teatro acudió convocado por la presencia de quien fuera el pianista de Astor Piazzolla y uno de los más fieles cultores de su obra, todos aceptaron de buen grado la melodiosa propuesta de la orquesta que dirigió Ciraolo.

La sonata de Rossini es una obra breve en tres movimientos -moderato, andantino y rondó-, bella en su esencia y que pareció escrita especialmente para el lucimiento de esta formación de 20 músicos entre los que se cuentan muchos de los más importantes violines de la ciudad.

Tras un brevísimo intervalo en el que se agregaron instrumentos -fagot y flauta traversa- y rompiendo discretamente con la formalidad del espectáculo ingresó a escena el joven bandoneonista Walter Castro, de impensado protagonismo en lo que restaba en el concierto. Por fin, sonriente y distendido, Pablo Ziegler ocupó su lugar frente al teclado.

Todo quedó supeditado, a partir de entonces, al pianista. La orquesta ocupó un segundo plano y se escucharon entonces las primeras notas de "Imágenes 676", una de las tantas composiciones de Piazzolla que no halla frecuente difusión.

El agregado de flauta traversa y fagot, más el protagonismo de Walter Castro sirvieron para que Pablo Ziegler pudiera aproximarse al sonido original de la grabación "Tango romance" con la Orpheus Chambers Orchestra de la que extrajo buena parte del repertorio que interpretó el viernes.

Fiel a sus amores compositivos el pianista ofreció también dos temas clásicos de Juan Carlos Cobián, "Nostalgias" y, más tarde, "Nieblas del Riachuelo", en medio de una selección de temas de Astor Piazzolla en la que "Tangata" y "Oblivión" quedaron como las máximas expresiones de belleza de la noche y en las que la Orquesta de Cámara Municipal pareció ocupar un plano sonoro más adecuado.

"El empedrado" y una milonga en la que se aleja de un estilo que el mismo pianista reconoce como demasiado influido por el espíritu piazzoleano, fueron las dos obras propias que ofreció Ziegler, y el concierto llegó formalmente al fin con "Introducción al ángel" y "Fuga y misterio", dos de las obras más difundidas del autor de "Balada para un loco". Los bises del final fueron "Fuga y misterio" y "Nostalgias", en los que artista mostró esa veta de improvisador tanguero marcado por el jazz de la que pocos pianistas del género se pueden ufanar.

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El pianista Pablo Ziegler.

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