Más de 200 reformistas iraníes defendieron en una carta abierta el derecho de los ciudadanos a criticar a sus dirigentes, y consideran que la aplicación de un "poder divino y absoluto" es una "herejía". "El pueblo tiene derecho a supervisar completamente la acción de sus dirigentes, asesorarlos, criticarlos, obligarlos a dimitir o expulsarlos si están descontentos con ellos", indica el texto. "Ejercer desde su cargo un poder divino y absoluto o colocar a hombres en tal cargo e inspirar miedo a las personas es una herejía contra Dios y una opresión de la dignidad humana", afirman los 248 firmantes. Entre los firmantes destacan el docente Hashem Aghajari, condenado a muerte por blasfemia, y figuras cercanas a Hossein Alí Montatezi, sucesor designado del ultraconservador Jamenei.
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