 |  | El cazador oculto Las ventajas de ser protagonista
 | Ricardo Luque / La Capital
Las reglas se hicieron para cumplirlas. También, para romperlas. Lo hizo el canal E!, cuando cubrió el casamiento de su presentadora estrella, Jules Asner, con Steven Soderbergh, bien lo puede hacer este modesto suplemento. Sí, porque, aunque usted no lo crea, los periodistas a veces son protagonistas. Sucedió el miércoles pasado cuando, sorpresivamente, el staff de Escenario visitó en pleno La Traición de Rita Hayworth. Roly Logiúdice, quien hace las veces de maitre del local, quedó de una pieza. Su natural ansiedad creció hasta límites inimaginables. Y no es para menos. Sabía que los recién llegados son gente exigente y temía no poder satisfacerlos. Pero, como todo buen profesional, guardaba una as en la manga. Mandó a abrir una botella de vino tinto con la esperanza de calmar a las fieras. Aún flotaba en el aire el embriagador bouquet del cabernet sauvignon cuando irrumpió en el salón Salvador Trapani. Venía distraído, con las manos en los bolsillos. Cuando levantó la vista dio un respingo. El rostro se le transfiguró. Pensó que al fin se le iba a cumplir el sueño de ver una crítica de su espectáculo en letras de molde. Ilusionado redobló sus esfuerzos para ofrecer una performance memorable. Y lo logró. No por mérito propio sino, más bien, por el inestimable aporte que hicieron los espectadores que lo acompañaron en el show. Si bien la siempre seductora Roxana (la hermanita menor de Verónica Solina) recibió una cálida acogida de parte del público por su sutil interpretación del "pajarito", las palmas se las llevó un periodista. Es que haciendo gala de una valentía escénica asombrosa Pedro Squillaci se encaramó al escenario y, vestido con un delantal de cocina y un gorro de chef, tocó los tambores con ritmo y gracia. Su actuación, festejada efusivamente por una mesa femenina amparada en las sombras, no se olvidará fácilmente. Sobre todo por el meneo de caderas con el que seguía la cadencia sensual de la música. Tal fue su éxito que Gustavo Puchades abandonó la cocina y, al verlo, en voz baja le comentó a su socio: "¡Se lo perdió!". Hablaba de Luis Ortega, el dirigente gremial de la Bancaria, que había partido justo antes de que comenzara el show. No se fue solo. Por supuesto.
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