El hecho de que la difusión del listado de inhabilitaciones para exportar a la Unión Europea haya quedado en manos del sector privado, en lugar del presidente del Senasa, no es casual. No sólo porque muy probablemente sean los frigoríficos nucleados en el flamante Argentine Beef Consortium (ABC) los que aspiren a quedarse con la mayor parte de las 4 mil toneladas de cuota Hilton que deja la medida. También es un indicador del grado de conflictividad que genera la medida. Por el lado de los privados, los exportadores tradicionales consolidan un nuevo polo de poder frente a los frigoríficos llamados consumeros, con un peso muy fuerte en la provincia de Buenos Aires. Por otro lado, el presidente del Senasa, Bernardo Cané, se juega con una medida que ya le valió un cortocircuito (luego superado) con el nuevo secretario de Agricultura y con un sector de empresas que no por ser menos exportadores cuenta con menos poder. La breve historia de la resolución del Senasa que dejó afuera a 17 establecimientos para exportar a Europa fue precedida en los últimos días de un juego de presiones que incluyó la denuncia de un atentado intimidatorio contra un empleado del Senasa. La pelea que recién comienza, y que se traduce en la imposibilidad de tornar operativo al instituto de promoción de carnes, parece apuntar a un rediseño del mercado en el cual no sólo se discute la distribución de la niña bonita del negocio ganadero sino el poder dentro de una de las cadenas más tradicionales del país.
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