Año CXXXVI
 Nº 49.866
Rosario,
domingo  08 de
junio de 2003
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La cumbre de Medio Oriente en Jordania: ¿avance o nueva frustración?
Abbas y Sharon ante el desafío de la paz
Grupos radicales palestinos y los colonos judíos rechazan los esfuerzos de conciliación de sus líderes

Mark Heinrich

Jerusalén. - El espectáculo de esta semana de un presidente de EEUU al lado de los líderes israelí y palestino en una cumbre en el mar Rojo trajo reminiscencias de una ceremonia en la Casa Blanca hace una década, que resultó ser un falso amanecer para la causa de la paz en Medio Oriente. Una vez más, la única superpotencia convenció a los adversarios de la Tierra Santa, logró discursos visionarios muy parecidos sobre la coexistencia y luego un cauteloso apretón de manos. Pero, nuevamente, tanto la habilidad como la voluntad de cada líder para implementar un plan de paz respaldado por EEUU está en duda.
Los verdaderos opositores -los militantes palestinos y los colonos judíos en las tierras ocupadas, quienes han socavado los acuerdos interinos logrados en 1993- han jurado hacer trizas el nuevo y más ambicioso plan de paz, denominado "hoja de ruta". Y la desconfianza mutua es más amplia y profunda que nunca. "Lo que la «hoja de ruta» necesita lograr con urgencia es un cambio radical de la mentalidad prevaleciente hasta ahora", dijo Daniel Neep, experto en Medio Oriente del Instituto Real de Servicios Unitarios, con sede en Londres. "Eso ha permitido que el ligero progreso sea saboteado por los radicales, asumiendo que el otro lado explotará cualquier gesto para debilitar al rival, viendo cualquier compromiso como «traición a la causa» y a las negociaciones como sin importancia. Sin un salto de fe fuera de este círculo vicioso, la hoja de ruta fracasará", señaló.
El proceso interino de paz acordado en Oslo apuntaba a negociaciones sobre el Estado palestino tras un período de autonomía limitada en territorios capturados por Israel en una guerra de 1967. Pero Oslo sucumbió gradualmente ante una ola de ataques suicidas de militantes palestinos decididos a destruir el Estado de Israel y el asentamiento persistente de colonos judíos derechistas en la Cisjordania y Gaza, los territorios destinados a un eventual Estado palestino.
El nuevo plan de paz, producto de una gestión de dos años en pleno levantamiento palestino, trata de rectificar las deficiencias de Oslo al vincular el Estado palestino a reformas democráticas y al fin de la violencia y fijar una fecha para un Estado, el 2005, además de imponer un freno a los asentamientos.
Pero el nuevo plan no ofrece recetas para cambiar la mentalidad de enemigos irreductibles -muchos de ellos ahora dentro de la coalición gobernante en Israel- de una "solución de dos Estados" como base de una Palestina independiente viable. Una invitación al optimismo pareció surgir de la cumbre de Aqaba, Jordania, tras los mensajes conciliadores de ambas partes y un renovado apoyo del presidente estadounidense, George W. Bush.
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, un caudillo derechista de los 200.000 colonos que viven entre 3,5 millones de palestinos, prometió demoler los asentamientos de avanzada "no autorizados" en la Cisjordania y aceptar un Estado palestino con "contigüidad" territorial.
El primer ministro palestino, Mahmoud Abbas, un reformista que accedió al liderazgo gracias a la presión de EEUU para apartar al presidente palestino Yasser Arafat, prometió someter a los militantes, diciendo que "no hay solución militar", y buscar el establecimiento de un Estado por la vía diplomática. "Lo que ha cambiado ahora es que uno tiene a ambos líderes, palestino e israelí, comprometidos formalmente a una solución de dos Estados", dijo un funcionario internacional de Israel que trabaja en el plan de paz. "Pero lo que es desconocido totalmente es si los israelíes irán hasta el final del camino, si los palestinos neutralizarán a sus extremistas y si EEUU mantendrá el curso", advirtió el funcionario.
Se espera que Abbas se concentre en lograr el cese del fuego de las facciones militantes para inducir a Israel a retirar sus tropas de las ciudades palestinas y levantar los bloqueos que tienen graves consecuencias económicas para los palestinos. Esta tarea parece ser más difícil desde que el viernes Hamas anunció que había puesto fin a las conversaciones de paz y acusó a Abbas de hacer compromisos inaceptables en Aqaba.
Sin una mejoría importante en la vida diaria de los palestinos, Abbas tendrá dificultades para ganar la legitimidad necesaria para desmentir a quienes lo califican como un "subcontratista de seguridad" de Israel, según diplomáticos. "Israel debe hacer también algo tangible en los asentamientos para mostrar su seriedad acerca de un Estado palestino", dijo un diplomático.
Sharon prometió en Aqaba erradicar sólo los asentamientos "no autorizados", que dijo son unos 15. Pero hay más de 60 de tales asentamientos, sobre un total de 145 asentamientos establecidos, que se parecen a suburbios modernos de California, en torno a los cuales no hizo promesas. Sharon ha sugerido que la "contigüidad" territorial será lograda mediante puentes y túneles que dejarán intactos los asentamientos, así como mediante zonas de contención dentro de la Cisjordania controladas por el ejército.
Pero no ha dado señales de haber abandonado su visión de un Estado palestino que ocuparía menos de la mitad de la Cisjordania, con sus fronteras y espacio aéreo controlados por Israel.
Como ex general, Sharon está convencido de que retener los asentamientos más grandes en las tierras altas desde las cuales se puede observar la estrecha franja central de diez kilómetros en el valle del Jordán, frente a Jordania y Siria, sigue siendo crucial para la seguridad del Estado judío. "Tales posiciones son mucho menos de lo que se necesita para un Estado palestino viable", dijo el funcionario internacional.
El espacio de maniobras de Sharon en el plan de paz está reducido por la amenaza de los partidos nacionalistas y religiosos de su coalición de gobierno de provocar su caída si algún asentamiento es destruido. (Reuters)



(Ilustración: Ippóliti)
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