Por primera vez desde la salida de la convertibilidad se registró un índice de deflación. Hace tan sólo un año atrás todos aseguraban que Argentina se "hundiría" en la hiperinflación, pero sucedió el pronóstico menos pensado. El nivel de precios en mayo cayó un 0,4%.
El efecto sobre la economía de esta deflación esta por verse. En cambio, las causas que llevaron a este fenómeno pueden ayudar a desentrañar el por qué de esta tendencia y cómo afectará a los argentinos.
Algunos economistas señalan que la escasa demanda de bienes incentivó que los comerciantes hagan grandes ofertas y bonificaciones. Asimismo, la merma en las compras estaría dada porque ahora los fondos que salieron del corralón ya fueron gastados, porque los bancos continúan sin emitir créditos y porque los sueldos se mantienen en los niveles anteriores a la devaluación, entre otros motivos.
El índice deflacionario llega justo para para apoyar los análisis que dan cuenta de una desaceleración de la economía y las manifestaciones que sostienen que el famoso veranito del ministro de Economía, Roberto Lavagna, era momentáneo y pasajero. Es que cuando la economía tiende a recuperarse, aseguran, los precios tienden a subir por el incremento de la demanda. En cambio, la caída de los precios se daría porque la demanda cayó.
"La razón de la deflación es que el sistema bancario no esteriliza una gran cantidad de fondos, los bancos prefieren atesorar dinero porque tienen temor a la salida de fondos. Los bancos no prestan el dinero que captan y este queda dentro del sistema bancario. Entonces si no se expande el dinero la economía se contrae. La caída del tipo de cambio también genera expectativas deflacionarias pero la causa fundamental es el accionar de los bancos", aseguró el economista Jorge Bertero.
En tanto, Tulio Ceconi sostiene que la demanda sigue muy quieta, muy deprimida y que no cambió la situación desde enero de 2002. "Los sueldos han bajado y no apareció el crédito. En algún momento la gente fue retirando dinero del corralón y prefirió gastarlo pero ahora ya no. No hay razones específicas que tengan que ver con la baja de los precios. La gente tiene un poder adquisitivo más bajo del que tenía antes y por lo tanto compra menos. Aparentemente la actividad económica no ha aumentado mucho", explicó.
Para otros el escenario no es tan desalentador. "El efecto sobre la economía de esta pequeña deflación hasta ahora es inocuo, es decir sin consecuencias ulteriores. La mayoría de los economistas señalaban hace un año que ahora estaríamos ahogándonos en una tremenda hiperinflación, pero ello indica que los economistas tienen que ser más humildes y cuando hacen pronósticos numéricos ni ellos ni el más sofisticado modelo macroeconómico está en condiciones de predecir el futuro", indicó Antonio Margariti.
Más allá de la situación nacional fue Jaime Abut quien se refirió a la tendencia mundial, en particular a Japón que desde hace una década vive bajo índices deflacionarios. "En el escenario mundial hay más temores a la deflación que a la inflación. Particularmente en Japón y ahora en Europa. Las políticas económicas están más encaminadas para enfrentar la inflación que la deflación. Por ejemplo, con estos índices la tasa de interés pierde efecto. Si ofrezco un préstamos a cero, en términos reales me costó mucho porque me hubiera convenido diferir la compra. Este fenómeno estimula el diferimiento de la compra, frena la demanda e impacta en el sistema financiero con la baja del valor de las garantías de los préstamos", destacó el economista.
Causas y consecuencias
Bertero consideró que algunos analistas sostienen que si un país tiene una deflación duradera es nocivo, porque la economía se desacelera, pero que en niveles "muy tenues" no es tan perjudicial para el sistema. "Hasta que no se erradiquen las causas que hacen que el sistema bancario funcione de esta forma la reactivación de la economía va a tardar", agregó. Para el analista hay indicadores que demuestran un enfriamiento, por ejemplo frenó la demanda de puestos de trabajo.
Por su parte, Ceconi explicó que "aparentemente" la actividad económica no ha aumentado mucho porque la gente tiene un poder adquisitivo más bajo del que tenía antes de salir de la convertibilidad. En ese sentido aseguró que si no se resuelven los problemas del sistema bancario, la deuda y no se promueve el ingreso de capitales que no sean golondrina el crecimiento no va a llegar. "El gobierno intentó estimular la demanda pero no lo logró", subrayó.
"Lo que pasa con la deflación es que si uno tiene que comprar un auto y los precios están bajando, espera una semana más y después lo compra. Es decir que se retrae la demanda", ejemplificó el especialista.
Margariti, en tanto, apunta a que la caída de los precios se debe a las restricciones del lado de la oferta como consecuencia de la baja del 20% en la cotización del dólar que inciden en la disminución de los costos de producción de los componentes importados y, por otra parte, por las restricciones del lado de la demanda. Es decir que el Banco Central no emite moneda para financiar gasto público y tampoco se registra un nivel creciente de salarios nominales.
"Como hay restricciones de ambos lados de la economía, los precios se comportan igual que en la convertibilidad y en lugar de disparar se quedan quietos. Además la precaria estabilidad puede saltar hecha añicos si Néstor Kirchner sigue arreglando los problemas de arrastre pagando obras públicas manteniendo el actual nivel de gastos corrientes o si autoriza un aumento desproporcionado en las tarifas de servicios públicos sin reducir los impuestos del 50% que tales tarifas se trasladan al consumidor final", explicó el economista.
Para Abut las consecuencias de la deflación pueden ser "muy serias" porque no hay aprendizaje para enfrentar la deflación y eso acentúa el proceso recesivo y agrava la situación del sistema financiero porque los valores de mercado pierden su actual precio. Según el analista, el efecto es la caída de los bienes en general, lo cual puede ayudar a mantener una economía en recuperación pero en el corto plazo, si el fenómeno se mantiene puede haber grandes trastornos.
La versión oficial
El nivel de precios en mayo registró una caída de 0,4%, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). El organismo aclaró que la baja de los precios minoristas estuvo signada por la merma en los alimentos, la estabilidad de las tarifas de los servicios públicos y el persistente descenso de los valores mayoristas que en mayo retrocedieron el 0,7%. El Indec también señaló que los índices de precios que, en lo que va del año avanzaron el 2,1% y en los últimos 12 meses el 14,3%, mientras que desde la salida de la convertibilidad trepó un 44%.
La directora de precios del organismo, Graciela Bevacqua, reconoció que esta situación se produjo a raíz de fuertes ofertas y bonificaciones en supermercados derivados de la poca demanda de bienes. Según indicó la funcionaria no se registraba una deflación de este nivel desde diciembre de 2001.
Las grandes ofertas en los hipermercados, con bajas de hasta un 20% por compras con tarjeta, volvieron a alentar el descenso del costo de vida que en abril había registrado una suba de sólo el 0,1%. Con estas ofertas las grandes cadenas lograron reducir la pérdida de ventas que alcanzaba al 32% a comienzos de año y que para abril rondaban el 15%.
En tanto, Juan Olivero, director del Indec durante 1976 y 1984, consideró que por un mes de baja del costo de vida no puede hablarse de deflación. Para el ex funcionario al definir el ciclo de precios no sólo deben verificarse una serie ininterrumpida de tres meses, sino que también deben mostrarse variaciones superiores a dos o más puntos porcentuales.
"Veo una reafirmación de la estabilidad, pero no se justifica que se hable ya de deflación. Está claro que el consumo está estancado y que la gente compra más en los almacenes porque allí puede comprar lo justo. Es un consumo casi deprimido y atomizado. Se compra una tira de medicamentos y ya no la caja", resaltó Olivero.