Año CXXXVI
 Nº 49.866
Rosario,
domingo  08 de
junio de 2003
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Rosario desconocida: Los dos miradores

José Mario Bonacci (*)

Paraná, "El hijo del mar", separó las dos orillas desde siempre y ahora, metafóricamente, ha sido vencido. Cualquier persona puede cruzarlo caminando, porque la nueva estrella es el puente. El río principal accidente geográfico siempre tentó a la ciudad para complementar la orilla derecha con aportes recreacionales de factura humana y seguramente Garay jamás imaginó este presente cuando lo navegó por territorio en estado puro, salvaje. El cruce masivo a las islas, es cosa reciente que no supera los diez años.
El Parque de España, fue una bocanada de aire fresco que despertó a la ciudad dormida y alimentó ideas que continúan fructificando. Hoy la costa es de la gente que la ha hecho suya desde avenida Pellegrini hasta Refinería, y con un breve intermedio que por ahora se niega, desde el estadio de Rosario Central hasta el límite norte, justo en donde el puente ha llegado para quedarse.
Se puede recorrer a pie más de la mitad del contorno ciudadano admirando el río majestuoso en diálogo gentil y subyugante con la naturaleza en el único punto de su perímetro que se resuelve como un corte neto entre tierra y agua, mientras la ciudad avanza hacia el interior ocupando poco a poco el cuerpo echado de la pampa infinita.
Es bueno también saber que hubo intentos pioneros que ambicionaron destino similar, con diferencia de complejidades. Angel Guido, arquitecto padre del Monumento Nacional a la Bandera, concibió cinco puntos de "arquitecturación" de la barranca, implantados como miradores del paisaje y se construyeron dos.
Uno de ellos en el nacimiento de calle Mitre en lo que fue la plazoleta Suecia, luego desaparecido para dar lugar con creces al Parque de España. El otro se puede recorrer hoy en Alberdi, sobre calle José Hernández entre Freyre y Superí, siendo Alvarez Thomas el cuarto lado de la plaza Santos Dumont, que nació en l922.
Se celebraba el centenario de la Independencia del Brasil y Alberto Santos Dumont, pionero de la aeronavegación en dirigibles y aeroplanos llegaba al país el 3l de octubre de ese año. Hijo dilecto de la nación hermana, Rosario quiso homenajearlo y el municipio local en 48 horas operó el milagro y la plaza nació en el lugar para que el domingo 5 de noviembre el héroe del aire luego de un paseo en vapor desde el centro de la ciudad arribara junto a las autoridades locales y otros acompañantes.
Pisó el lugar y lo hizo emocionalmente suyo, quedando al cobijo de la comunidad. Quien viaje a Brasil y visite la ciudad de Petrópolis podrá visitar la encantadora casa en donde vivió Santos Dumont, hoy convertida en museo abierto en su memoria.

El segundo mirador de Guido
Calle José Hernández de por medio, Angel Guido plantó el segundo mirador, simple y contundente en el borde de la barranca, con sugerentes superficies aterrazadas en desniveles, lugares de estar y una arquería de ladrillos con piezas de medio punto recortadas contra el cielo, oficiando como límite virtual que permite gozar de la vista del río y el centro de la ciudad en el horizonte.
La plaza y el mirador se dieron entonces la mano en su misión de conformar el singular espacio urbano. Es uno de los sitios más tranquilos y poéticos de Rosario, donde el momento transcurre en una paz total, sentimiento que se potencia si la visita se realiza en soledad. Es un ejemplo contundente de cómo dos ideas no coincidentes en el tiempo, pueden constituir un lugar de alto nivel vivencial.
Y como si todo esto fuera poco, en Alvarez Thomas 2429, frente mismo al conjunto, puede contemplarse aún hoy la vivienda de Salvador Zaino, artista plástico de relevancia superlativa, en el mismo estado en que la dejó al morir luego de brindar a la ciudad tesoros del patrimonio urbano como lo son sus trabajos pictóricos que engrandecen el foyer del teatro El Círculo, o el ingreso del palacio Castagnino ubicado en San Juan esquina Maipú. Los restos de Zaino reposan en Granadero Baigorria al cobijo de una sepultura en auténtico estilo decó.
Así es la ciudad. Generosa en sorpresas, siempre dispuesta a revelarse a quien quiera descubrirla caminando, en un intercambio poético-vivencial sin frenos temporales. Sólo se necesita la actitud, los deseos y un lugar en el corazón.

(*) Arquitecto
[email protected]



El mirador al Paraná en la plaza Santos Dumont.
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