 |  | Sabores del mundo: Chocolate en barra en Bariloche
 | Enrique Andreini / La Capital
Allí donde el aire hiere de tan límpido y energizante. Allí donde el lago Nahuel Huapi ofrece su color asombroso y su calma, allí está la ciudad de San Carlos de Bariloche y sus mágicos alrededores. Perteneciente a la provincia de Río Negro, la ciudad se encuentra recostada sobre la costa sur del Nahuel Huapi (que en araucano quiere decir "isla del tigre") uno de los lagos más importantes del país, descubierto por un grupo de misioneros. La ciudad ocupa el centro turístico del Parque Nacional Nahuel Huapi, caracterizándose por su paisaje de montañas, bosques, lagos, ríos cristalinos y estar dominada al oeste por las montañas de los Andes, algunos de cuyos picos se mantienen cubiertos de nieves durante todo el año. Personas de todo tipo, edades, sexo y nacionalidades, bajando por el cerro, bronceados por un sol que parece brillar más que en otro lugar, tal vez por el reflejo de la nieve, tal vez porque así tiene que ser, tal vez porque así es el paraíso. Lugares y olores que me traen recuerdos muy intensos, pues allí viví un tiempo por razones laborales y del que traje el mejor de los regalos, mi hija mayor Nadia, nacida entre cálidos hogares y extraños copos de nieve. Una región rica en propuestas naturales y gastronómicas. Pequeños productores de quesos ahumados, dulces regionales con frutas del bosque, incomparables chocolates y ahumaderos de truchas, ciervo y jabalí. En la zona de Río Negro también se producen desde hace algunos años excelentes vinos. Blancos, ideales para acompañar rosadas truchas de la zona, como aquella que fascinó a Pavarotti. La carne de estos delicados seres poseen el sabor, el color y la textura perfecta, pero de una sutileza que no debe ser enmascarada por salsas complicadas. Disfrute de un vino rosado entre flores de lavanda, junto a un lago, en un deslumbrante crepúsculo tardío mientras saborea un delicioso paté de ciervo ahumado, y por qué no, un jamón de jabalí acompañado por un cabernet sauvignon, pleno, redondo, de extraordinario bouquet. Degustar es también una de las formas del conocimiento.
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