Año CXXXVI
 Nº 49.866
Rosario,
domingo  08 de
junio de 2003
Min 2º
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cartas
Justicia por Daniela

Hace poco más de cinco años llegaba Daniela a Villa Eloísa. Desde un comienzo advertimos en ella sus gestos simples, dulces, su sinceridad, la honestidad que la caracterizaba, su frescura, su vitalidad. Con el paso del tiempo esas cualidades fueron pareciéndonos pocas para hablar de ella. Todos los que la conocimos estábamos admirados ante su personalidad. Y esto no es muy común que suceda cuando uno está vivo, generalmente los elogios llegan tarde. En este caso no fue así. Desde siempre todos coincidimos en que Daniela era una persona excelente. Y nadie tenía reparo en decirlo. Admirábamos su constancia, la entrega incondicional a su vocación, su alegría exagerada y su optimismo desbordante. Su fuerza, su coraje, su respeto, su bondad, que superaba todos los límites. Admirábamos el amor hacia todos los que la rodeaban, admirábamos su paciencia, su ternura, y podríamos enumerar cualidades infinitamente. Cuando conocimos a Daniela, sentimos que un hada con su varita mágica nos había encantado. Sólo así podemos explicar que se haya ganado un lugar tan grande en nuestros corazones. Hoy el hada buena se transformó en un ángel, que sigue estando junto a nosotros, aunque ya no la vemos. Si esto sentimos nosotros que hace sólo un tiempo que la conocíamos, cuáles serán los sentimientos de su familia, a la que le arrancaron uno de los pilares fundamentales. Imaginen los sentimientos de sus pequeños alumnos. ¿Podrán algún día volver a creer en alguien?
Ana Vega


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