Miguel Angel Rouco
Más allá de las declaraciones públicas y las excusaciones de rigor, la minicrisis entre el presidente del Banco Central y el gobierno nacional esconde una lucha real de poder que se va a dirimir en los próximos meses. Este velado enfrentamiento, por ahora, encierra ni más ni menos que una de las tantas asignaturas pendientes que dejó la administración Duhalde: la reestructuración del sistema bancario luego de la explosión de la megadevaluación. El decreto, creando la unidad de reestructuración del sistema financiero, y el proyecto de ley de reformas a la Carta Orgánica del BCRA y a la ley de entidades financieras, constituyen un cerco que amenaza con cercenar la autonomía de la autoridad monetaria. Los asuntos son tan frondosos que la dilación en tratarlos responde exclusivamente a la complejidad de los temas, entre ellos, la diferencia por la pesificación asimétrica, la devolución de los redescuentos y la compensación por los amparos. Todo ello conformaría profundos cambios en la city porteña que despertaron preocupación entre los hombres de negocios tanto a nivel local como a nivel internacional. La reestructuración en el sistema bancario se encuentra entre uno de los compromisos asumidos por el país ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que junto con la prórroga de la suspensión a las ejecuciones hipotecarias conforman los puntos incumplidos. El punto 29 de la carta de intención firmada por la Argentina detalla los compromisos entre los que se destaca la compensación "a los bancos por los efectos adversos de la indexación asimétrica de sus activos y pasivos y de los amparos sobre sus balances". También dentro de este punto está incluida la asistencia de liquidez a las entidades financieras y la forma de resolución para aquellas que dependan excesivamente de estas asistencias, lo que implica en muchos casos dificultades que pueden derivar en suspensiones de funcionamiento y hasta el cierre. Un informe del FMI detalla las recomendaciones que ese organismo sugiere al gobierno argentino para superar la crisis del sector bancario. Ese documento fue elaborado por el director del departamento de Asuntos Monetarios y Cambiarios del FMI, Stefan Ingves, quien destaca que "se deben tomar decisiones rápidas y efectivas para recomponer el sistema bancario y que cualquier demora en aplicar esas decisiones sólo incrementarán los costos de la reestructuración y reducirán las casi limitadas opciones viables". El informe de Ingves resalta que "se debe terminar con el mecanismo de compensación a los bancos, se debe actualizar el marco regulatorio y los bancos deben informar un detalle de sus planes de negocios, auditorías y proyecciones mensuales sobre flujos de caja, se deben identificar los bancos viables y los no viables, utilizando para ello, la evaluación del capital de los bancos, el compromiso de sus accionistas para recapitalizarlos, su base de clientes, la calidad de sus carteras de préstamos y los flujos de caja futuros". Para las entidades no viables, el documento de Ingves remarca que "deben ser recapitalizadas o reestructuradas por sus accionistas o bien utilizar mecanismos como las fusiones, la venta o la liquidación". Pero los chisporroteos entre el BCRA y el Poder Ejecutivo pueden continuar si no queda a salvo la autonomía y el margen de acción de Alfonso Prat Gay. Es más ahora hasta el propio Roberto Lavagna quedó atrapado entre dos fuegos, luego del recorte de poder que le practicó el presidente Kirchner, al sacarle el estratégico manejo de la renegociación con las privatizadas. Desde la Casa Rosada se le envió un mensaje a Prat Gay: si no se baja el tono de la disputa, no se va a aprobar el pliego del vicepresidente del BCRA, Pedro Lacoste, su mano derecha. Desde el BCRA, se refuerza la defensa y se prepara un seminario para la semana próxima al que asistirá el economista jefe del FMI, Kenneth Rogoff, con libreto directo de Washington. Desde la city, se observa con mucho temor este proceso mientras comienza a notarse un detenimiento del nivel de actividad. Desde Washington se redobla la presión y se insiste con el cumplimiento de las reformas y con la renegociación de la deuda. Pasó la primera semana del nuevo gobierno y como puede apreciarse ni tiempo para acomodarse.
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