La mujer apoyó la cabeza en el pecho del sacerdote y su cuerpo pareció desvanecerse. Ignacio la abrazó con fuerza y le susurró algo al oído. Una "servidora" le alcanzó una medalla. En la otra mano, hecho un bollito, tenía el papel con el turno que había sacado unos seis meses antes. Ahora estaba allí, frente al cura que podía terminar con sus problemas. Nada más importaba. Era un momento único.
La experiencia se repite a diario en la parroquia del padre Ignacio, donde las sensaciones son múltiples y en pocos metros se pueden vivir las realidades más disímiles. Allí es posible observar desde impresionantes muestras de fe y devoción hasta la venta de llaveros, postales, fotos y libros con la imagen del cura. Dos realidades opuestas que conviven bajo el mismo techo.
El sacerdote realiza sus bendiciones a diario. Y los fieles llegan desde todas partes del país, incluso el exterior, para cumplir firmemente con la hora exacta que dice en el codiciado turno que consiguieron muchos meses antes.
En la puerta del templo, uno de sus colaboradores se encarga de controlar puntualmente que ningún fiel llegue hasta el cura sin tener turno. Todo está perfectamente organizado. Hay que presentar documento, registrarse y acceder al "sector izquierdo de la parroquia", el lugar destinado para quienes van a recibir la bendición.
En el medio del templo, en tanto, los "servidores" ubican a los que tienen sus turnos vencidos, al tiempo que el margen derecho está destinado a los acompañantes y observadores que ocasionalmente pueden ingresar.
Uno a uno, los fieles llegan hasta el sacerdote buscando la solución a sus problemas. Enfermos, desesperados y solitarios se aferran a la imagen del cura buscando la salvación y el fin a sus males.
Ignacio los escucha. La bendición dura sólo unos minutos, pero para ellos significa el fin de una espera que lleva meses y el comienzo de otra llena de fe. Aquella con la que esperan vencer una enfermedad terminal, lograr un embarazo que nunca llega o salir de la depresión que tanto los angustia.
Bidones, imanes y fotos
En la parroquia Natividad del Señor también se puede adquirir el merchandising del padre Ignacio. En la santería se venden llaveros, fotos, postales y hasta imanes para heladeras con la imagen del carismático sacerdote. También están a la venta dos libros escritos por el cura.
En las inmediaciones del templo también se comercializan bidones vacíos con la imagen de la Virgen María en la que los fieles se llevan hasta cinco litros de agua bendita.
Los horarios de misas pueden consultarse en la página web de la parroquia (www.natividad.org.ar), un portal en el que se accede a una pequeña biografía del padre Ignacio. Allí también se puede escuchar el mensaje de la semana brindado por el cura y ver una interesante variedad de fotos en la que no falta una junto al intendente Hermes Binner.
En fin, una parroquia en la que las sensaciones son fuertes. Un lugar al que cada día acude gente angustiada y desde donde realiza su tarea evangelizadora el sacerdote que desde hace 24 años cambió la vida de una ciudad.