Año CXXXVI
 Nº 49.855
Rosario,
miércoles  28 de
mayo de 2003
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Dejar el asistencialismo para volver a enseñar

Tan específicos como los debates que se generan alrededor del futuro del nivel medio y del superior son los que se dan sobre los pedidos que hacen otros sectores de la educación. Este es el caso de Sandra Bellini, maestra de la Escuela Especial para Chicos Sordos Nº 2013. "La educación especial debe dejar de ser un subsistema del resto de los niveles, porque a la hora de querer integrar son muchas las dificultades que aparecen", expresa. El reclamo de la educadora tiene su fundamento en una mirada inclusiva de lo que debe ser la escuela. Además de insistir en un replanteo de la profesión docente que apunte a su jerarquización, Bellini considera que más que un aumento del presupuesto habría que considerar la posibilidad de acomodar el que existe "en función de las necesidades reales, y posibilitar que las escuelas tengan más poder para disponer de los recursos según lo que necesiten".
Para Carmen Roig, maestra de la Escuela Nº 58 de Rosario, hablar de temas prioritarios en materia educativa le resulta difícil. Igual se anima y de manera categórica ubica en los primeros lugares de esta agenda "la escuela que no logró adaptarse a las nuevas demandas de la sociedad; la formación docente, que no es la adecuada; la crisis de financiamiento del sistema, que marca una baja constante del presupuesto; los salarios congelados; la desocupación y el hambre que se vive en la escuelas, además de la tasa de mortalidad infantil".
Se suma a todo esto -añade- un agobio de los discursos "sobre la excelencia educativa, la equidad, la igualdad de oportunidades". Finalmente, habla de sus deseos y afirma que le gustaría "ver más chicos jugando en los parques que lavando vidrios de autos, paseando por la calle que tirados en el suelo aspirando pegamento y dentro de la escuela que revolviendo basura. Me gustaría que el ministro sepa que sólo con una educación de calidad, a los niños no se les cierran las heridas".
El planteo de Carmen es compartido en la docencia. También lo es que permita terminar con las eternas brechas que se dan en la enseñanza. Por estos días, en declaraciones públicas, Filmus se manifestó a favor de hacer cumplir los diez años de escolaridad que fija la ley federal, y de buscar una política "que genere las formas de compensación en los lugares más pobres del país".
A este panorama se suma la de una escuela con sus educadores desdibujados en sus funciones por las múltiples demandas sociales, que los acercan más a tareas de contención que a las propiamente educativas.
La opinión de Dalmar Fay, una reconocida pedagoga rosarina y docente del profesorado de formación docente, viene bien para esta reflexión: "El gran objetivo calidad educativa para todos es a la vez el gran desafío", dice. Y luego se explaya sobre llas cuestiones que deberían ser el punto de partida que tendría que tener en cuenta el nuevo ministro: mejorar el presupuesto, la profesionalización docente y recuperar la función pedagógica de la escuela, hoy "invadida por el asistencialismo".
Para cada punto Fay tiene su explicación: desde asegurar condiciones de trabajos aceptables hasta una capacitación permanente como política de Estado, "lo cual no debería ser sólo actualización de contenidos", sino también de acompañamiento a los maestros que trabajan en contextos de pobreza. Una consecuencia de estas tres consideraciones -añade- se manifestaría en que "el mayor impacto sería en las escuelas de contextos críticos, porque los docentes recuperarían las fuerzas necesarias para motorizar utopías respecto de sus alumnos y dejarían de pensar la pobreza como un destino inevitable, como frontera imposible de traspasar".


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