Sergio Faletto / La Capital
Si lo ven al futuro díganle que no venga. Esto es lo que debe pensar la mayoría de los directivos del fútbol argentino, porque salvo honrosas excepciones, los clubes están atravesando una difícil situación económica y lo que viene es peor. Porque si la idea de los dirigentes para equilibrar las finanzas es la venta de un jugador al exterior, será mejor que comiencen a proyectar otra ingeniería de recaudación, ya que el mercado asoma bastante deprimido. Y no porque no haya buenos jugadores en nuestro país, sino porque España e Italia ya no son los grandes importadores. Y ya no lo son porque la crisis no es sola argentina. Las entidades de la primera división española suman una deuda global de alrededor de 2.300.000.000 de dólares. Y en esa cifra está contemplado el enorme pasivo de Barcelona y también del Real Madrid, a la sazón los dos clubes más poderosos y que siempre gravitaron con fuerza en el mercado mundial. En Italia el presente económico es más delicado aún, al extremo de haber arrasado con la existencia legal de Fiorentina y ahora jaquear también la continuidad de Lazio, todo en un contexto en la que las entidades ejecutan una considerable reducción de sus respectivos presupuestos, con importantes quitas a las remuneraciones de los futbolistas. "Las transferencias al fútbol español o italiano quedarán reducidas a la mínima expresión", confía escéptico el empresario futbolístico Ricardo Schlieper, quien asevera que salvo Barcelona, el Real o el Inter, difícilmente los otros clubes estén en condiciones de hacer importantes desembolsos para llevarse a jugadores sudamericanos. En cuanto al mercado inglés, este se presenta menos activo de lo habitual, aunque las restricciones para los jugadores sudamericanos son muchas, ya que sólo pueden incorporarse aquellos que sean comunitarios o que hayan jugado por dos años consecutivos en la selección de su país. Cabe destacar que en Inglaterra conviven clubes rentables como Manchester United y Arsenal con aquellos que tienen serias dificultades como Leeds, prácticamente quebrado. Menos exigencias existen en Alemania para los jugadores de este continente, y los germanos, según confía Schlieper, observan con mayor interés al fútbol argentino, aunque el empresario rosarino advierte que "mucho dependerá de lo que hagan Bayern Munich y Borussia Dortmund". Y añade: "Pero hay que tener en cuenta que se están manejando con contratos más bajos, con mejores sueldos pero no pagan pases". En un escalón más abajo aparecen Francia y Portugal, pero sería algo extraordinario que los clubes de esos países formalicen una operación superior a los dos millones de dólares. En este contexto, las posibilidades de venta de la decena de futbolistas argentinos que conforman el grupo de elite son pocas, y mucho menos para aquellos jugadores que se encuentran en una segunda línea. Entonces, será harto complicado para los clubes de nuestro país recibir ofertas tentadoras por sus mejores jugadores, y si no hay ventas el futuro económico será incierto, pero ya no sólo para las instituciones sino también para los futbolistas, quienes se encontrarán con una realidad tan dura como irreversible, porque sin ingresos a las arcas de las diferentes tesorerías la reducción de los egresos será un camino ineludible, por lo que muchos tendrán que bajar sus pretensiones contractuales o asumir el alto riesgo de quedar libres y tratar de buscar continuidad en otros lares. A todo esto se suman los inconvenientes de financiación que tiene la televisión, una de las fuentes de ingreso más importantes para los clubes. Es que las empresas televisivas no están exentas de la devaluación comercial que vive la Argentina, reflejada por el achicamiento que sufrió la torta publicitaria. Sin plata no hay mercado. Sin mercado no hay ingresos. Sin ingresos el destino de los clubes y de los jugadores se conjuga en tiempo imperfecto. Y ante esto es mejor que el futuro no venga.
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