Año CXXXVI
 Nº 49.852
Rosario,
domingo  25 de
mayo de 2003
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Juego de contrapesos en el nuevo gabinete

Marcelo Batiz

A la hora de formar sus gabinetes iniciales, los presidentes argentinos se enfrentaron invariablemente a un dilema de hierro: conceder a sus funcionarios toda la autoridad necesaria para llevar a cabo las políticas correspondientes o limitarlos con la designación de otro personaje o la creación de otra estructura, a modo de contrapeso.
Son escasísimos los ejemplos que remiten a la primera de la dos opciones. Por lo general, la variante de darle "toda la autoridad a la autoridad" no se dio por convencimiento inicial del presidente de turno sino por los habituales reacomodamientos a los que se ve sometido el poder local.
Alvaro Alsogaray con Arturo Frondizi, Adalbert Krieger Vasena con Juan Carlos Onganía o Domingo Cavallo con Carlos Menem no llegaron al status de superministros por decisión de sus respectivos presidentes sino por diferentes clases de presiones, algunas hasta confesables. José Alfredo Martínez de Hoz con Jorge Rafael Videla fue la única excepción de acompañamiento desde el principio hasta el final, aunque es más que obvio que en este caso la autoridad de ambos no provino del debate democrático sino del poder de las armas.
El presidente Néstor Kirchner parece decidido a continuar con la otra tesitura. Ya lo hicieron a su manera Raúl Alfonsín, rodeando a Bernardo Grinspun con Juan Sourrouille en Planificación y Mario Brodersohn en el Banade; Menem con Cavallo en la Cancillería siguiendo de cerca a Miguel Roig, Néstor Rapanelli y Antonio Erman González, o cercenándole el poder al propio Cavallo sobre el final de su gestión en las privatizaciones; también lo realizó Fernando de la Rúa con José Luis Machinea al crear el Ministerio de Infraestructura, y por último Eduardo Duhalde al lanzar la cartera de Producción.
El nuevo esquema ministerial que se inaugura este domingo lo ve a Lavagna en medio de un toma y daca del que sólo el tiempo podrá decir si saldrá favorecido o perjudicado. Vuelven a la órbita de Economía áreas de gran importancia como Agricultura, Industria y Comercio Exterior. Pero en el camino el jefe del Palacio de Hacienda deja sectores tan estratégicos como los que gana.
Con el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido no solo tendrá el sello más grande del gabinete nacional, sino que pasará a conducir áreas que hasta hoy están en manos de Lavagna. Los contratos y tarifas de las empresas de servicios públicos, la postergada desregulación de las telecomunicaciones y la política petrolera y de combustibles serán algunos de los temas que manejará la mano derecha de Kirchner.
Por no contar al Plan de Obras Públicas, área que váyase a saber por qué depende hasta hoy de Presidencia, a pesar de contarse con dos ministerios en los que podría ubicarse. Horas antes de reasumir, Lavagna se encontró en una situación poco cómoda ante los empresarios de la Cámara Argentina de la Construcción, ante quienes debió explicar que todos los emprendimientos futuros en el área ya no pasarán por su ministerio, pero tampoco pasaron antes... Aunque no todas serán limitaciones de Planificación a Economía. Lavagna también tendrá su influencia en las áreas de De Vido por medio de la política impositiva. No es poco en un país que destina uno de cada cinco dólares que exporta al pago de retenciones.


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