| | Editorial Tragedia y rápida respuesta
| La ciudad se vio conmovida estos días por la sorpresiva epidemia de una temible enfermedad, la hepatitis B, que afectó a los pacientes que concurrían a la unidad de diálisis del Hospital Centenario y provocó hasta la fecha seis muertos. Diez afectados por el brote del mal se encuentran en tratamiento y los especialistas no descartan la aparición de nuevos casos. Una fiscal recomendó anteayer la apertura de una investigación judicial en torno a las aún enigmáticas circunstancias que rodean al hecho. Mientras tanto, no cabe sino el reconocimiento a la tan veloz como eficaz tarea de detección del agente causante de la patología que llevó adelante un equipo de especialistas encabezado por dos notorios profesionales de esta ciudad, los doctores Oscar Fay y Hugo Tanno. El contagio masivo comenzó a principios de febrero pasado y se debió a una mutación del virus B, que al ser mucho más agresiva que la normal destruye rápidamente las células del hígado. De acuerdo con los expertos sólo existen registros de la aparición de este tipo de microorganismo durante una infección ocurrida en una sala de diálisis de Hong Kong en el año 1997. Pero así como debe resaltarse la eficiencia médica en el trabajo de detección de la causa del mal y su posterior combate, no pueden dejarse de lado las dudas que expusieron a este diario enfermos y sus familiares acerca de las condiciones de asepsia reinantes en la sala de diálisis. Sin embargo, ante la falta de una denuncia concreta la fiscal se vio obligada a intervenir de oficio. En tal sentido, corresponde alentar la acción de la Justicia a fin de despejar cualquier incógnita y hacer votos para que -dentro de la lógica escrupulosidad que el caso amerita- se proceda con la mayor celeridad posible. No debe olvidarse que la unidad de diálisis del Centenario es la única prestadora del vital tratamiento por fuera de la esfera privada y que si bien continuará funcionando no admitirá a nuevos pacientes, por obvias razones de seguridad, durante un lapso de cuatro meses. La tragedia ocurrida, que pudo haber sido peor, merece ser analizada hasta en sus menores detalles en un marco signado por la seriedad, la responsabilidad y el respeto. Y tomar todos los recaudos para que no se repita.
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