| | Reflexiones Río rico y río pobre
| Evaristo Monti
Conjuntamente con este espanto que horroriza al país, con más de 100 mil damnificados cuyas vidas solamente Dios sabe cómo se recompondrán, aparecen dos ríspidas discusiones que el mínimo sentido de oportunidad repudia. Nos hemos puesto a discutir, ante miles de familias arruinadas, la culpa, según la pasión argentina de privilegiar la culpabilidad antes y por encima de la solución. La conferencia de prensa del rector de la Universidad Nacional del Litoral, ingeniero Mario Barletta, con expertos en hidráulica, independientemente de la idoneidad e inteligencia que demuestra este lúcido profesional tan reciamente confiado en sí mismo, conforme trasuntó su sesuda exposición de horas atrás, es cuanto menos inoportuna. En todo caso, apresurada y, tal vez, susceptible de caracterizarse como un ejercicio de soberbia intelectual y, si esto luce exagerado, un modelo de teorización. Los que respaldan esta actitud dicen que los universitarios santafesinos se sintieron heridos por las declaraciones de Reutemann y salieron a desmentirlo con el alambicado estilo de la arrogancia, esto es, negando que se trate de una polémica. Como si alguien imputara a los organismos de la UNL responsabilidad en esta catástrofe. Parece mentira que confundan los esfuerzos y se mezclen los tiempos. Las horas no alcanzan para el socorro ¿cómo vamos a ocuparlas con refutaciones? Que en el año 2000 se haya entregado un estudio sobre la eventualidad de gigantescos caudales a consecuencia de haber ganado una licitación para cotejar análisis y fundamentos, es un mérito, sacarlo a relucir ante un pronóstico aterrador que supone más de medio millar de cadáveres escondidos en las aguas, es una agresión al dolor nacional. Y despojo de cualquier cripto-intencionalidad política a esta impronta del ingeniero Barletta, aun conociendo por dónde pasan sus ideas, porque sin conocerlo profundamente, los que valoramos el conocimiento y la destreza para desarrollarlo, tenemos una empinada imagen de este compatriota a quien seguramente empujaron a la exposición pública del domingo. La comunidad universitaria de Santa Fe puede estar bien orgullosa de su conducta en estas aciagas circunstancias porque la contribución de los estudiantes ha sido notable y las computadoras de la alta casa de estudios acopian la mejor y más seriamente organizada información. Ese es un temita, pero hay un tema y un temazo. El tema se descuelga de una alusión imputativa de Reutemann el domingo por la noche en el programa de Lanata. El gobernador denunció en su estilo de sintaxis imperfecta, coordinación pobre y elocuencia mínima, que alguien, para la campaña, sacó de destino 50.000 cajas. Deben ser cajas de comida y debe ser un candidato de fuste y poder ¿de qué otra manera se separan 50.000 cajas para la campaña? Reutemann no hizo ni sugirió el nombre, pero se intuye. Después de todo, al menos en lo conocido, en estos momentos hay solamente dos. Es voz corriente en las capillas reutemistas que el domingo por la noche Berli, ministro de Obras Públicas, advirtió que un océano de agua dulce se derramaba sobre Santa Fe pero como lo tengo dicho, se sucedieron dos epifenómenos perturbadores, uno, el gobierno provincial permaneció 48 horas en estado de catalepsia mientras el gobierno municipal capitalino directamente desapareció sin que haya reaparecido. Y luego viene el temazo, el tema grande, de sociología santafesina, allí donde los restos del patriciado manotea su sobrevivencia. Su río es el Paraná, en tanto el Salado es el río de los pobres. Son los factores de poder, los cursos del dinero y su influencia, esa entelequia que llaman establishment los propiciadores de la reubicación del puerto, la prolongación de la Costanera este, el sueño del puente Paraná-Santa Fe -¿me olvido del colgante?- mientras el Salado se ignoró. Pero como recomendaba Yrigoyen "tened cuidado con la cólera de los pobres", el pobrecito río reventó las defensas y mojó la peatonal. El hospital Orlando Alassia se tapó en 3 horas. Una de cada 3 manzanas se ahogó en las aguas del pobrecito río encolerizado. Encajonado en Circunvalación Oeste y el terraplén Irigoyen que resistió hizo un desastre. Hoy y esto es comprobación hora a hora, Reutemann parece solo, convoca al Ejército, carece de asistencia técnica directa y lo enzarzan en polémicas con los organismos universitarios, husmea el desplazamiento de 50.000 cajas de comida hecho por alguno que habría malogrado su confianza pero lo distingue una actitud que los argentinos no hemos dejado de valorar: da la cara. El pueblo no perdona las cobardías de los que se esconden y posterga reproches a quienes, desde el poder, afrontan la verdad. Sin ánimo de dar consejo, me permitiré recordarle a Reutemann aquello que enseñó un coloso de la política: "no se gobierna con las cuentas, se gobierna con las ideas". Cuidar los dineros públicos es propio de gobernante honesto, cuidar a la gente es propio de estadista. Ahora, la Procuradoría General de la Nación que depende de Duhalde ha sido avisada por dos fiscales federales que abrirán una investigación para saber si hay delito por no haberse tomado medidas a tiempo para evitar tanta desgracia. Para peor los instrumentos de preservación de las áreas vulnerables existen por ley 11.730 de marzo del año 2000 que, burocracia mediante, no se ha reglamentado. Y la no reglamentación de las leyes y ordenanzas es la forma habitual de castrar las mejores previsiones. [email protected]
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