"Los pacientes del servicio de hemodiálisis del Centenario están asustados y preocupados. Por un lado cruzan los dedos y confían en el criterio de los profesionales para que la epidemia no siga avanzando. Por el otro, tienen miedo de que al final se cierre el servicio y de no poder acceder al tratamiento". Así describió la presidenta de la Asociación de Enfermos Renales y Trasplantados de Rosario (Aerytro), Mabel González, el ánimo que reina en la unidad de diálisis del hospital desde que se comenzaron a suceder las muertes desatadas por el brote de hepatitis B. "Es como estar entre la espada y la pared", ilustró dramáticamente González.
La titular de Aerytro pasó gran parte de la jornada de ayer manteniendo un diálogo con los pacientes renales que se atienden en el efector público.
"Realmente están preocupados. Aunque todos ya fueron vacunados, según sus propias palabras tienen miedo de que las dosis no les sirvan o de que no tengan efecto", contó.
Sin otra cobertura
A esta situación se suma la condición particular que atraviesan estas personas. "Se trata de enfermos renales crónicos que dependen de la diálisis para seguir viviendo -ilustró González- y en la provincia el del Centenario es el único servicio público que continúa funcionando, de modo que como no tienen cobertura social no pueden pensar en recurrir a otro lugar".
Por esto, si bien ya fue descartada como alternativa por los profesionales de la salud, la sola idea de que la unidad de diálisis se termine cerrando les infunde tanto temor como la misma posibilidad de contagiarse con el virus de hepatitis B.
"Por ahora no nos queda más posibilidad que mantener la esperanza y confiar en los profesionales que llevan adelante el servicio", concluyó la presidenta de Aerytro, quien además se comprometió a "seguir de cerca" todos los acontecimientos que, a partir de ahora, se puedan desencadenar en el centro asistencial rosarino.