Año CXXXVI
 Nº 49.830
Rosario,
sábado  03 de
mayo de 2003
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Catástrofe. Tiros a dos cuadras del Hospital de Niños y a metros de la autopista
Horas de terror se viven en el complejo de torres de La Florida
Muchos habitantes de Santa Fe están armados para poder defenderse de los piratas en canoas

Atilio Pravisani / La Capital

"Desde el martes cuando comenzó la pesadilla estamos haciendo guardia de dos horas por turno toda la noche y con pistolas 9 milímetros porque sería suicida abandonar a la rapiña todo lo que tenemos", admitió uno de los tantos santafesinos a quien el Salado le cambió la vida de un día para el otro, sin avisarle ni preguntarle nada.
Fernando Borghini es un empleado municipal de 40 años que vive en el complejo La Florida, donde más de 2.000 personas -en su mayoría empleados públicos, policías o docentes- habitan cinco torres y decenas de casitas. Hoy él como muchos transita entre el estupor y el horror de lo increíble. Ha pasado tres días aislado, durante horas sin agua, comida, luz y teléfono.
El primer día compartió el drama con su esposa y cuatro hijos a quienes logró autoevacuar en una lancha como lo hizo la mayoría de los habitantes de las torres luego de que el líquido elemento cubriera la calle y luego ingresara al primer piso inutilizando bombas de agua, motores de los ascensores y lo que encontró a su paso.

Pesadilla
A partir de allí todo se hizo una pesadilla. Como en una película de catástrofe se fueron sucediendo las escenas de increíble terror. "Gente que desde las ventanas clamaba por comida o por una embarcación que la transportara a cualquier parte. Hombres y mujeres que desafiaban la fuerte embestida del agua en el medio de la lluvia para tratar de salvar algo de sus pertenencias. Jamás me voy a olvidar de la desesperación en el rostro de la gente.
Las torres de La Florida se encuentran ubicadas en calle Mendoza al fondo, casi tocando la avenida Mosconi (autopista) y a dos cuadras del Hospital de Niños, una de las zonas más golpeadas. Desde el quinto piso Borghini pudo observar lo jamás imaginado. "Es como estar parado en el medio del océano. Hasta Santo Tomé se puede llegar a ver y todo es agua, aunque nada produce tanta tristeza como el Hospital de Niños inundado". Sin embargo desde esa ventana indiscreta no sólo pudo contemplar la inmensidad del Salado extendido sobre la ciudad, sino también el lado oscuro del drama que ha comenzado a vivir la ciudad.

Oscuridad y miedo
"La noche en esas primeras 48 horas fue terrible -cuenta-, sólo por momentos la luz de algún reflector de las lanchas. Después oscuridad total y disparos aislados de los que están en los techos de casas aledañas y no vacilan en hacer fuego si observan un movimiento, o cuando un ruido sospechoso hace presentir un saqueo".
"Nadie dudó -prosigue- a la hora de quedarse y armarse para hacer guardia. Sobre todo por lo que se vio, piratas en las canoas que pasaban llevando televisores y recolectando aparatos de todo tipo o lo que encontrarán a mano. Incluso efectivos de Gendarmería sorprendieron a gente en canoas robando en el Hospital de Niños, mientras que una olla popular ubicada en San José y Mendoza fue levantada por el miedo y la inseguridad".


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