Año CXXXVI
 Nº 49.827
Rosario,
martes  29 de
abril de 2003
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El suicidio de las democracias

Evaristo Monti

El título de esta nota reproduce el de un libro escrito por Claude Julien, director a su hora del diario Le Monde de París; lo escribió hace 30 años, con la mirada de un zahorí. Basta copiar de su página 139 este tramo: "Esta falta de democracia es común a todo Occidente, a pesar de sus estructuras constitucionales diferentes. No encontrará remedio en una reforma constitucional o transformando el modo del escrutinio. Vuelve a poner en tela de juicio, en primer lugar, el desarrollo de las campañas electorales, el seudodiálogo entre electores y candidatos y después, entre electores y electos. Muy directamente denuncia a una clase política a la cual no se puede considerar, y se la considera cada vez menos, como mandataria del pueblo soberano".
Ese disloque entre gente convocada a elegir su destino, maniatada previamente por los diseñadores de la encerrona de la negra jornada del domingo, pero embellecida por las ganas de vivir que demuestra el pueblo argentino, corriendo a las urnas por senderos alterados, transpirando civismo, mientras su dirigencia lo encierra en un laberinto ominoso, impúdicamente tramado.
¿A quién se le puede ocurrir, democráticamente visto, que el presidente de la Nación, un ciudadano derrotado electoralmente por el descerebrado De la Rúa, imponga en Lanús el 24 de enero un congreso para anular la interna del PJ y desperdigarlo en 3 candidaturas sólo porque sabía que Carlos Menem sería el vencedor? Cuando maduren los jovencitos de hoy, execrarán el nombre de Eduardo Duhalde, deplorable artífice de un fraude admitido, legalizado y convalidado, porque quedaron obsoletos los procedimientos de Barceló, Cepeda y Ruggerito para violentar la voluntad popular.
El más grande movimiento cívico de América del Sur, el peronismo, revitalizó su sangre autoimponiéndose la interna, terminando la dedocracia, dándole cara y pecho a la voz del pueblo. El perdedor de la elección entre 18 millones de argentinos en 1999 trepa al poder tras ahuyentar a Rodríguez Saá aupado por 150 legisladores con la complicidad de Raúl Alfonsín, su socio en esta aventura.

El estigma de la traición
El estigma más grande del peronismo ha sido la traición. Para otras capillas serán disidentes o cismáticos, para el peronismo, traidores. Por eso el gran día, es el Día de la Lealtad. ¿Qué significa anular el mecanismo para elegir un candidato único, dividiendo la oferta, sino una traición a la historia peronista? ¿Cuándo el partido de Perón y Evita fue a comicios presidenciales o para gobernador con más de un candidato, salvo si la ley de lemas transfiera la interna a la general? \En la cúpula del congreso peronista y en el gobierno de Duhalde nadie ha ignorado que Menem era el candidato, le substrajeron la candidatura fraudulentamente. Ha prevalecido el interés de un grupo, el bonaerense, sobre el interés del partido y sin pensar en el país. Véase el itinerario anti-Menem, el mismo que originó la Alianza, no pocos de cuyos integrantes sirven hoy a Duhalde. Primero tentaron a Reutemann, cuya capacidad de decisión produce fiebre; luego fueron a De la Sota, que murió nonato, finalmente recalaron en Kirchner, quien se ha prestado a ser, políticamente, testaferro de Duhalde.
No remontaré la historia para hablar del maleable Derqui, basta recordar a Illia, sobra con mirarlo a Guido: ¿alguien supone que el aparato bonaerense y el gobierno nacional puesto al servicio de Kirchner para taponarlo a Menem será gratis si el santacruceño se coloca la banda? ¡La pucha! Ya le metieron el ministro de Economía y faltan 20 días para la segunda vuelta.
Gloriosamente, a la bajeza partidista le respondió el peronismo, a la deslealtad contestó con más peronismo ¡61% de los votos del domingo fueron para el trío justicialista! ¡61%, como sumaba el propio general! \

Aquellos viejos combatientes
Yo no me burlo de Moreau ni de la miseria de una mesa rosarina donde obtuvo 2 votos. Respeto a estos políticos porque, como los viejos combatientes, mueren con las botas puestas abrazados al escudo partidario, desafiando al ridículo de una estadística que lo vilipendia con 2 votos cada 100, 2% para el candidato de la UCR, sin cuya presencia, lo dice un humildísimo adversario, no se concibe la vida cívica argentina. Ni me burlo de Alfredo Bravo, cuyos 200.000 votos sobre 19 millones emitidos parecen una limosna para este luchador de estilo atrabiliario, incapaz, para pintar simpatía, de gastar algo más que una mueca. Otros se solazan con ridiculizar porcentajes mínimos para tan empinadas pretensiones. Si vamos a reírnos de los postulantes, recomiendo repasar discursos y performances de Venturino, Arcagni y Mussa. Después de todo, como decía Aristóteles, siempre hace falta un grano de locura.
Pero no dejo de observar los inventos de ocultos inventores como López Murphy, abastecido de encuestas, virtudes, omisiones, impulsos, falacias de la gran prensa que, asustada por las peripecias precomiciales, hizo creer al electorado que surgía del vientre fecundo de la creación política una luz virginal que como el peñón de Gibraltar aunaba un apellido español con otro británico. Se callaron de su historia nada menos que 25 años de asesoría a Fernando de la Rúa, porque claro, ¿quién votaría al consejero de semejante inútil? \La gente se subyuga por la promesa supuestamente vivificante de estas irrupciones, quiere creer y entra en zona de riesgo. Todos los inventos políticos terminan mal y peor, en especial los alimentados por poderosos medios de comunicación. Es la desdichada nómina de los Collor de Melo, aunque López Murphy sea honesto, de Fujimori, de Chacho Alvarez, improntas chispeantes que se estrellan en el vacío dañando la fe pública.
Estos inventos necesitan de aquello que George Bernanos definió con aticismo: "El escándalo es no decir la verdad completa, introducirle una mentira que la deja intacta por fuera pero le corroe, como un cáncer, el corazón y las entrañas". Así se procedió con López Murphy y con Elisa Carrió, mientras de Menem, Rodríguez Saá, Moreau, se ha dicho todo y de todo, se los ha despellejado, vejado y escarnecido.
Impactó el domingo a las 7.30 de la noche verlo a Alberto Natale recorrer las cámaras defendiendo la chance de López Murphy; el inteligente político del partido que fundó Lisandro haciendo lo mismo que hizo con Manrique, Alsogaray, el general Viola, Menem, De la Rúa y la Alianza Santafesina. Es ciertamente desconcertante, porque hombres lúcidos no pueden creer que López Murphy esté en condiciones de gobernar a contramano del Parlamento y de las provincias.

Pateando a Lilita
Cuando Hermes Binner pateó a Elisa Carrió acusándola de un yoísmo enfermante no aclaró si lo hacía luego de varios años de gobernar Rosario aprendiendo el significado de la gobernabilidad, que no cristaliza con sólo ganar los comicios. Kennedy le dijo a su hermano: "¿No creerás que puedo gobernar sólo con la familia?" O si, apurado por su partido, advirtió que el egocentrismo de Lilita solamente lo toleran los lúmpenes de la política, varios de los cuales se están sacando los ojos desde ayer para ser admitidos en el ancho regazo de la dama del crucifijo. Aquí venimos a Binner, gran perdedor del domingo.
Hay tres tareas colosales de ahora en adelante, una tiene fecha de vencimiento, tercer domingo de mayo: desinstalar la idea de los dueños del dinero que quieren a Kirchner con Lavagna y explican por medio del oxímoron que Menem ganó pero perdió, artilugio argentino que incluso lleva a felicitarlo a Duhalde como gran vencedor con lo que, en vez de exaltar su deber de armonizar las elecciones, elogian haber puesto la influencia abrumadora del gobierno nacional y de la provincia de Buenos Aires al servicio de su candidato.
La segunda tarea es despegar a Binner del fracaso de Bravo-Giustiniani, especialmente en Rosario. Se sabe que Giustiniani quiere estar en algún marbete, también se sabe que originalmente Binner pretendía ser remolcado por Carrió. ¿A qué se debe entonces que esta mixtura de socialismo con religiosidad ostentosa de Elisa, que acude a misa más que una novicia, se quiebre porque los socialistas apuran despenalizar el aborto? ¿Fue una jugada prevista para ahuyentar a Carrió de Binner? Demasiada sutileza. Estos muchachos tienen de Maquiavello una visión escolar. Si Binner en su ciudad, asiento y usina, sostiene una fórmula que recoge el 2% mientras Carrió suma el 32% (el peronismo unido, que jamás será vencido, sube al 43%) algo anda mal en la gravitación y arrastre del intendente. Binner, el primer gran perdedor, y esa será la segunda operación a desovillar.
No extrañaría que ahora, mientras un grupo de chiquilines aprendices de la política, provenientes del estudiantado, sueñan con que la chaqueña, despreciada electoralmente en su tierra, los acune para promoverlos luego de desertar del radicalismo, intente recomponer con ella.
Y la tercera operación, la más difícil, será explicar qué significa la prescindencia cuando se juegan los grandes destinos de la República. Allí el ojo apunta a Carlos Alberto Reutemann, docto en la teología de Poncio Pilatos. El gobernador, válido y consagrado por tener las manos limpias, incurre en el exceso de lavárselas continuamente. Le ofrecen una candidatura presidencial, se lava las manos; se la vuelven a ofrecer, se lava las manos; le piden que apoye a un candidato, se lava las manos; le ofrecen integrarlo al gobierno que vendrá, se lava las manos. Ha promovido un certamen de ponciopilatismo al que adhiere Héctor José Cavallero, autoproclamado prescindente, y originado un cortocircuito en su entorno, varios de cuyos componentes, como Obeid, Baltuzzi, Gutiérrez viraron hacia Kirchner.
El ex gobernador, no contento, incluye a Duhalde, especialmente porque se declaró prescindente en las sanciones a Fidel Castro en la Comisión de Derechos Humanos en las Naciones Unidas. Aclaro que esta comisión es a los derechos humanos como Duhalde al peronismo: la preside Libia, donde la tortura es como el aire, y se integra con los peores violadores de los derechos humanos: Burundi, Nigeria, Malasia, Sudán, Togo, Argelia, Kenya, Malasia.
Esta fiebre de la prescindencia es antesala de lo prescindible ¿quién necesita hoy de Reutemann como no sean los párvulos que sólo respiran si les presta sus pulmones? Es un hecho que a los tibios los vomita Dios, pero en los ajetreos políticos, cuando suenan los claros clarines, según Darío, y se juegan entrañables instancias del país, prescindir es desertar.

Rehuyendo al convite
Apreciado, respetado y valorado como ninguno, Reutemann rehúye el convite para construir el futuro y se repatinga en la Casa Gris, donde lentamente se ha ido convirtiendo, en vez de en estadista, en un burócrata. Es el otro gran perdedor del domingo. Las cifras del país peronista asumen en la Argentina porcentajes rotundamente superiores a los que registra en Santa Fe, provincia donde anida el político con mayor imagen positiva, el gobernador.
Que esta versión ensanchada y sin corregir de Graciela Fernández Meijide que es Elisa Carrió dispute décimas de porcentaje con Menem en el territorio santafesino mientras Kirchner y Rodríguez Saá juntos no la alcanzan a ella ni al riojano, es una derrota de Reutemann, el precio de lavarse las manos, la factura del electorado que lo aprecia y distingue, pero no se fervoriza.
¿Por qué iría a enfervorizarse, a sustentar sueños, emprender objetivos, alentar expectativas, emocionarse y entusiasmarse si el abanderado pierde tiempo prescindiendo? Es penoso, tenemos al uno y nos gana un cero.
Debo culminar rechazando por indigna la teoría que en estas horas comenzó a tejerse: Reutemann se subió al podio de los imprescindibles, por eso prescinde. Desde ese altar aguarda el momento en que, obturados los caminos, cegados los senderos, vaciados los ríos, deban llamarlo. El aguardará en su campo, salvo que, para viajar a Buenos Aires, admita marcialmente retornar al Senado, donde sus huellas no resplandecen.


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