Una mirada sobre los arbitrajes

Seguramente Teglia se encontró con muchas cosas nuevas en esta categoría y quienes están cerca de él sostienen que los arbitrajes le produjeron más de un dolor de cabeza. También es cierto que el DT tirolense nunca intentó hacer demasiado ruido sobre el tema. Es más, siempre mantuvo el bajo perfil, a tal punto que la frase elegida la mayoría de las veces que creyó haber sido perjudicado por algún arbitraje fue: "Ustedes (por los periodistas) ven lo mismo que nosotros, saquen sus propias conclusiones".
"Hay arbitrajes polémicos y esto ocurre porque hay intereses en juego. Yo no pretendo caerle con dureza a los jueces porque es difícil contener a un pueblo entero cuando su ilusión y su sueño está siendo desmoronados. Cuando esto ocurre el culpable siempre va a ser el árbitro, pero la mayoría de las veces la mayor responsabilidad es de los jugadores. Estoy convencido de que cuando los partidos se ganan con un rendimiento excelente de los jugadores el árbitro queda en un segundo plano", confió el DT.
-Pero antes dijiste que de los cuatro partidos que perdieron, tres fueron contra Altamirano. Eso quiere decir que en algún momento te fastidiaron ciertos arbitrajes.
-Sí, justamente porque fueron repetitivos. Pero eso ya pasó y como lo dije en su momento no quiero ningún inconveniente porque me comí cuatro fechas afuera sin haber insultado a nadie. El sistema marca que el entrenador tiene que estar regulando la emoción de su equipo y no puede exasperarse. Esta debería ser una categoría ideal para promover árbitros jóvenes, pero se juegan partidos con mucha presión y en canchas muy difíciles.
-¿Qué cosas te llamaron la atención de la categoría?
-Muchas. Este es un torneo duro y un ejemplo es cuando se viaja a una ciudad en la que hace 15 grados más de temperatura que donde se vive. Aunque parezca exagerado, la sensación térmica en determinadas horas en Tucumán, Formosa o Jujuy no es la misma que la de acá, Mar del Plata o Mendoza. Además hay equipos que hacen un esfuerzo enorme por seguir viviendo y se juegan, literalmente, su laburo en cada partido y sienten que detrás suyo hay pueblos enteros apoyándolos no sólo por simpatía, sino por una cuestión de amor propio y orgullo. Eso hace que dentro de la cancha ciertos jugadores, especialmente los más jóvenes, sientan una presión que pueden manejar.