Año CXXXVI
 Nº 49.822
Rosario,
jueves  24 de
abril de 2003
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A 3 días. Instó a que los argentinos no vuelvan a ensuciar el voto
Lilita Carrió, esa voz de la conciencia
"No me traicioné y no me pudieron quebrar", comentó la candidata. Dijo que Reutemann le teme a Menem

Mauricio Maronna / La Capital

Se acerca el final de la campaña, pero Elisa Carrió se olvida del cansancio, de hablar ante 20 micrófonos y firmar centenares de autógrafos. "¿Sabés qué? Estoy feliz, tengo la paz de las buenas conciencias. No me traicioné y no me pudieron quebrar. Yo le pido a la gente que no se traicione, que no ensucie el voto, que sufrague con el alma", dice Lilita, la única voz que quiebra el silencio que domina uno de los salones de la Redacción de La Capital.
Es tumultuosa, inteligente, seductora desde su capacidad dialéctica: definitivamente, la mejor preparada intelectualmente de todos los candidatos presidenciales. Asegura que Néstor Kirchner cada vez se cae más, que a ella le exigen lo que no les piden a los demás, que Ricardo lópez Murphy fue ministro del gobierno de los sobornos y que Carlos Reutemann le tiene miedo a Carlos Menem. La indómita candidata presidencial del ARI cita a Joaquín Sabina, comparte lucubraciones sobre el nihilismo de Emile Cioran y remata sus frases con una desenvoltura inédita para tanta dirigencia aferrada al discurso afectado.
"Hay un empate técnico real entre cinco candidatos. Pero el nivel de indecisos es altísimo, y esto se define el domingo, no antes. Incluso hay cambio de votos y, en la última semana, un cambio de conciencia. La gente va a votar por lo que cree profundamente, y esto se ve en la calle: estoy extraordinariamente bien en la calle y pierdo en algunos diarios", asevera antes de encender su enésimo Marlboro box.
-¿López Murphy creció tanto?
-Hizo una muy buena campaña publicitaria pero se está diluyendo en estas horas, cuando muestra su propuesta. Una cosa son los spots y otra cuando se sabe que fue ministro de (Fernando) De la Rúa, que quien será su ministro de Economía fue secretario de Hacienda de Martínez de Hoz, que van a rebajar salarios, echar empleados públicos, arancelar la universidad... Creció en el centro de las ciudades pero no entre el 52% de pobres.
-¿Usted está en condiciones de ofrecer gobernabilidad.
-Soy la única que garantiza gobernabilidad alternativa, no una gobernabilidad mafiosa. Soy la única en condiciones de llamar a una consulta popular y obtener el respaldo del 80% del pueblo. Soy la única en condiciones de llamar a los mejores, porque no tengo compromisos ni siquiera de tipo partidario. Y soy la única que tuve coraje para combatir a las mafias sin que me hayan aniquilado. Represento uno de los pocos casos en la Argentina donde el que se enfrenta a las mafias puede ser candidato a presidente y no termina suicidado, ¿no? Piense en Lisandro de la Torre.
-¿De dónde viene esa tranquilidad?
-Supongamos la peor de las hipótesis, en eso también ganamos: hicimos campaña poniendo en práctica la reforma política, renunciando al financiamiento empresario, a la publicidad mediática, a la transacción de candidaturas. Y por otra parte, lo que se me imputa son banalidades. ¿Qué me imputan? Que creo en Dios y que no me peino... Del otro lado están los antecedentes mafiosos, el financiamiento de las petroleras, de las pesqueras, negocios con narcotráfico y venta de armas... Prefiero a una presidenta despeinada que va a misa diaria, tiene una idea progresista y a la que no le pudieron encontrar ni una sola violación a las convicciones pese a todas las campañas sucias.
-La acusan de fundamentalista, pero parece nihilista, como que leyó mucho a Emile Cioran.
-(Se ríe). Es verdad, leí a Niestzche y a Cioran, tuve mi etapa nihilista, pero es una etapa previa para los que buscan a Dios. Nadie buscó más a Dios que Niestzche, ¿está? No tengo una etapa mística. Yo soy en serio las cosas que soy: gorda en serio, no porque tenga problemas de tiroides. Soy gorda porque como chuletas de cerdo con huevo frito y con papas fritas (carcajada). Estamos rompiendo una lógica del parecer, es muy fuerte la impronta cultural que represento frente al parecer de los 90, a la banalización. Por eso mi imagen es tan brutal, porque soy lo que soy. No puedo decidir por los demás, pero la gente tiene que votar a conciencia para no traicionarse. Cuando uno vota pragmáticamente, ahí sí se traiciona. Esta vez, algunos votos ensucian: al no poder decir más "yo no sabía" o "me engañaron", está claro que cuando se vota a un ladrón se está manchando ese sufragio. El domingo debe haber, como nunca, un voto moral.
-Qué expectativas despierta Kirchner?
-Se cayó hace mucho, y ahora más. Hizo el abrazo del oso, y no se gana pagando encuestas. Esto es lo más interesante que está sucediendo: pagar encuestas no sirve, aparatos publicitarios no sirven, corporaciones del poder no sirven. Si semejantes operativos de millones de dólares solamente valen para subir tres puntos a un candidato... Si nosotros ganamos será una lección fenomenal, sin recursos, sin medios.
-¿Cómo es aquél "jodete" que le dijo su padre cuando se casó?
-(Se ríe). Ah! Fue maravilloso. Yo tenía 15 o 16 años y me quería casar, porque me sentía grande, hermosa. Mi papá me dijo: "Bueno, hija, casate, pero yo me reservo el «jodete»". Al año y medio volví a mi casa con mi hijito y mi valijita... Es una apelación graciosa a la responsabilidad. Mi papá y Joaquín Sabina me han metido en problemas durante esta campaña.
-Ahora bien, ¿qué pasaría si Kirchner aparece el domingo ganando las elecciones?
-Es imposible.
-Pero algunas encuestas dicen eso. A la vez hay un clima enrarecido, muchos hablan de fraude...
-Mire, si hay fraude, hay tercera vuelta. Que lo tengan claro, este proceso de cambio social es imparable. Si hacen fraude, será un bumerán para ellos, se los llevará puestos.
-Su relación con Reutemann merece un capítulo especial: alguna vez lo calificó como "bomboncito", pero últimamente dijo que era "el mejor de lo mismo".
-Es eso, y lo está demostrando. No puede despegarse del menemismo, yo no sé que le pasa. Miedo... Se quiere despegar pero no puede, y lo siento mucho por él.
-Sus rupturas con algunos dirigentes hicieron que aparezca una lectura: no tenía demasiadas ganas de triunfar.
-No. Cambiar la política tiene sus costos. Cuando te viene el acuerdo partidocrático, la extorsión y te dicen: "O me das el cargo o me voy". Ahí hay que tener autoridad, cambiar la política es clave. No vine a la política para ser extorsionada, si no pudieron los banqueros... Los otros se tiran tiros, se hacen fraude y nadie dice nada; acá se va un dirigente y dicen "se rompió el ARI". Conmigo todos tienen una exigencia enorme, y eso viene de la defraudación que produjo la Alianza, con el síndrome de Chacho. La pérdida de confianza basada en la abdicación es un karma mío. Sin embargo, no es un karma de López Murphy, quien fue parte de un gobierno que sobornó. Conmigo, los mejores van a estar en los mejores lugares, yo no regalo cargos.
-¿En la primera vuelta se vota con el corazón y después con la razón?
-Quiero que voten con el alma, con la conciencia. La razón puede ser una cosa práctica, pero debe haber un imperativo categórico. Yo probé con testimonio de vida que no me quiebro, aun en las peores circunstancias. A pesar de que por ahí me tiran, me levanto. Yo misma muchas veces tuve temor a no poder seguir, a no soportar la presión... Y ahora estoy contentísima. ¿Sabés qué tengo? La paz de las buenas conciencias. Esa que la generación del 70 se debía, que era hacer lo que quería hacer. Y hacerlo hasta las últimas consecuencias. No soy una gerente de la política. Y a eso no me lo saca un voto más o menos. Es una pelea que tuvo sentido.
-¿Ese voto por la paz de la conciencia es el que le pide el domingo a la gente?
-Sí. La buena conciencia da mucha paz. Y ojalá que la paz esté con nosotros el próximo domingo (lanza la carcajada).



"Estoy extraordinariamente bien en la calle", dijo Lilita. (Foto: Enrique Rodríguez)
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