María Laura Favarel / La Capital
La contención afectiva, la calidad de vida y los sucesos vividos, junto con lo genético, influyen directamente en la predisposición a contraer enfermedades. Las más frecuentes por estas causas son los problemas cardíacos y los trastornos alimenticios", dijo a La Capital el psicoanalista Rubén Zukerfeld, quien estuvo en Rosario invitado por la Asociación de Rorschach de Rosario. El profesional radicado en la Capital Federal creó una "escala de vulnerabilidad somática", que demuestra la influencia de las emociones en la aparición de enfermedades. Conocer el umbral de predisposición a padecer una afección permite prevenirlas, al tiempo que favorece la utilización de tratamientos más acertados. "La escala de vulnerabilidad brinda información al médico y ofrece una rápida alternativa para diseñar programas de prevención cuando no se pueden hacer entrevistas en el consultorio", explicó Zukerfeld. Según el especialista, actualmente no se puede hablar de enfermedades sin tener en cuenta la relación cuerpo-mente. "En todos nosotros existen factores que favorecen que unos se enfermen más que otros, o que algunos tengan mayores dificultades en el tratamiento. En esto consiste la vulnerabilidad", agregó. La escala de vulnerabilidad diseñada por Zukerfeld se propone establecer la predisposición a contraer una patología y a través de una serie de preguntas intenta medir tres factores: la incidencia de sucesos traumáticos del pasado, la red vincular y la calidad de vida. El primer grupo tiene que ver con lo acontecido en la vida de una persona. En tanto, el segundo se refiere al conjunto de personas de la familia y allegados que provocan estrés, a la vez que brindan apoyo. "Toda relación tiene dos aspectos: estrés y apoyo", aclaró Zukerfeld. El tercer grupo que hace que la vulnerabilidad aumente o no, es la calidad de vida. Y es allí donde el psicoanálisis se entrecruza con otras disciplinas. "Generalmente, la insatisfacción de las necesidades básicas aumenta la vulnerabilidad". Sobre estos tres factores se establece un indicador de vulnerabilidad, a partir de lo cual se puede hacer prevención, o mejorar los tratamientos sobre todo en diabéticos, hipertensos, oncológicos y obesos. "No es lo mismo un diabético con alta vulnerabilidad, que otro con baja, aclaró Zukerfeld, a la vez que agregó que de esta manera también se pueden orientar los abordajes terapéuticos para que sean más eficaces". Los tres factores antes mencionados se combinan de diferentes maneras. "Puede haber personas que hayan vivido fuertes sucesos traumáticos y que posean una red vincular fuerte. Ella tendrá menor vulnerabilidad. Pero, si la calidad de vida es muy mala, aumentará la sensibilidad a contraer una enfermedad. En determinadas condiciones la vulnerabilidad puede transformarse en enfermedad. Entonces aparecen los síntomas. Sin embargo, no hay que olvidar la influencia de los factores genéticos. "Las enfermedades se desencadenan por mecanismos psiconeuroinmunoendocrinológicos. Incluyen cuestiones psicológicas que influyen en el sistema inmunológico y también en el endócrino. Lo mismo sucede cuando una persona sufre una alteración endócrina, donde seguramente repercutirá en su sistema inmune. Cada vez avanza más la investigación en este campo y se relacionan más los factores emocionales con el sistema de defensas", explicó el psicólogo. Sobre las emociones influyen también los llamados ideales culturales dominantes. Estos también favorecen o no a que una persona sana se enferme. De hecho hay afecciones relacionadas directamente con determinados ideales culturales dominantes. Ejemplo de ello son las adolescentes que sufren trastornos de la alimentación, como la anorexia nerviosa. En general son muy vulnerables, tal vez vivieron sucesos traumáticos, carecen de una red de sostén, de una buena calidad de vida y su autoestima es baja. "La sociedad les ofrece la delgadez como compensación. Es como decirle a todas: las insatisfacciones que ves en vos se solucionan si sos flaca. Ese tipo de oferta favorece la enfermedad", aseguró el profesional. Otro ideal dominante es el eficientismo, que favorece las enfermedades cardíacas. "No importa lo que te pase. Lo que vale es que seas eficiente, trabajes, trabajes y trabajes". La persona entroniza el trabajo y la realidad externa. No reconoce sus necesidades internas, ni su cansancio. Otro ideal es la inmediatez de las adicciones: "lo quiero todo y lo quiero ya, no tener dolor, conseguir todo rápido, estar siempre contento. Estas personas son más propensas a la enfermedad porque tienen alta vulnerabilidad. En estos casos, conocer la debilidad permitirá prevenir un ataque cardíaco", amplió Zukerfeld.
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