Año CXXXVI
 Nº 49.818
Rosario,
domingo  20 de
abril de 2003
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El acusado que dejó escrita su defensa

"El ángel infame", el libro que escribió Luis Sebastián Carrión, se presentaba con un subtítulo retumbante: era la "autobiografía del capitán de la banda que asaltó y robó 23.000 pesos a los pagadores del F. C. Central Argentino".
La memoria no se limita al asalto, ya que Carrión rememora su vida desde la infancia. Hijo de un obrero ferroviario, ingresó como aprendiz mecánico en el Central Argentino. Se adhirió a la Federación Obrera, en cuyo carnet se leía una frase de Carlos Marx: "la emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos". Participó en las huelgas por aumento de sueldos durante el gobierno de Yrigoyen y en los enfrentamientos callejeros de los trabajadores con el Escuadrón de Seguridad (especie de antecedente de la actual Guardia de Infantería), que de acuerdo a su testimonio no dejaron un vidrio sano en la avenida Alberdi.
Un largo tramo de las memorias están dedicados a una vecina, Catalina, que vivía en Alberdi y French y de la que Carrión se enamoró. Se veían en las kermesses de Rosario Central y caminaban por las tranquilas calles del barrio. El problema de la diferencia de clases se manifestó desde un nuevo ángulo, ya que la chica pertenecía a una familia de clase media, que dejó Arroyito para radicarse en una mansión de bulevar Oroño. "La coquetería de Catalina -se lamentó Carrión- se hundió como un estilete en mi alma sencilla de obrero".
La escritura obedeció a un evidente propósito de justificarse. Carrión dice que fue empujado al robo porque debía enviarle dinero a un hermano que estaba en Italia -y que supuestamente estudiaba en la Scala de Milán- y por la desesperación de verse rechazado por Catalina, a quien en un desborde sentimental tildó de "símbolo frívolo de una sociedad sin corazón". Aseguró haber usado su parte del botín en la ayuda a familias pobres, aunque según La Capital aprovechó para hacer un viaje a Córdoba.
Carrión dijo que fue torturado por la policía, antes de terminar condenado a seis años de prisión. Algunos hechos que relata son manifiestamente falsos: se atribuye el protagonismo de un intento de fuga de la cárcel de Rosario, en 1934, papel que en realidad le correspondió a Facha Bruta.


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