El 28 de diciembre de 2001, los siete empleados del ex supermercado Unico de San Martín 6395 recibieron sus telegramas de despido. Nueve días antes el comercio había sido saqueado y, según recuerdan, "estaba todo hecho pedazos". No obstante, frente a la realidad de perder su trabajo, Silvia Fernández no bajó los brazos: junto a sus compañeros formó una cooperativa, alquilaron el local del súper, canjearon su indemnización por góndolas y refrigeradoras, y volvieron a levantar el negocio. Dejar de ser empleados y convertirse en dueños no fue fácil, pero el viernes de la semana pasada el Supermercado San Martín cumplió un año. "No teníamos otra alternativa. En febrero de 2002 el dueño del súper nos dijo que no pensaba volver a abrir y él mismo nos sugirió que siguiéramos nosotros. Al principio nos costó. Pero lo que no sabíamos lo tuvimos que aprender pronto", contó Silvia Fernández, quien durante 6 años fue encargada del supermercado Unico y ahora es una de las socias de la cooperativa. No obstante, el recuerdo de aquellos días de diciembre de 2001 será difícil de borrar. Tanto es así que desde que abrieron el nuevo local contrataron una custodia fija y, en diciembre del año pasado, cuando se volvieron a tejer sospechas de un nuevo conflicto social se turnaban para dormir en el supermercado. Silvia todavía relata lo que vivió hace 16 meses con pelos y señales: "Ese día cerré el negocio a las 13.30 y todo estaba tranquilo, no parecía que iba a pasar nada. Diez minutos más tarde, cuando llegué a casa de mi mamá, vi todo el correrío. Entonces salí corriendo para el local. No sé que quería hacer, estaba en medio de un ataque de nervios. Decí que mi hermana me agarró en la esquina y me metió en un auto porque creo que estaba decidida a enfrentarme a todos". Horas después, cuando la joven volvió al negocio, pudo comprender lo inútil de aquel arrojo. "El local había quedado hecho pedazos; en la carnicería, que fue el lugar por donde entraron, no quedaba nada. Como estábamos cerca de las fiestas teníamos de todo: lechones, pollos, carne. No dejaron nada. Destrozaron las estanterías, las conservadoras, las cajas no sirvieron más. Estaba todo arrasado". Así, los siete empleados del súper tuvieron que afrontar las fiestas de Navidad y fin de año sin trabajo. Y en febrero de 2002 recibieron la noticia de que el local no volvería a abrir. A Silvia le cuesta aún contar "todo lo que lloramos ese día", cuando volvieron a entrar al comercio y "todo seguía roto, igual que como lo habíamos dejado en diciembre". Pero, aun así, pudieron reponerse y aceptando el consejo del dueño del supermercado volvieron a abrir. Formaron una cooperativa donde cada uno tiene a su cargo un sector. Alquilaron el local y, a fin de mes, dividen ganancias. "Nos va bien", asegura Silvia, aunque rápidamente se corrige: "Bah, como a todos, pero al menos pudimos salir adelante".
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