Nun aventura que el nivel de abstencionismo será menor que en la elección anterior (que fue de índole legislativa). Dice que tiene la "percepción" que de los 25 millones de argentinos empadronados concurrirán a las urnas alrededor de 20 millones y que incluso pueden ser más. De todas maneras, el sociólogo asegura que en la sociedad existe "una sensación de que el sufragio tiene escaso valor para cambiar las cosas; son piedras de papel, como decían los socialistas hace un siglo. La gente tiene la idea de que su voto no cambia las cosas". Para Nun, esta resignación casi fatalista podría explicar una de las paradojas que se desprenden de los sondeos de opinión: que una mayoría cree que Menem ganará a pesar de ser el candidato que más rechazo produce en la gente. "Es la idea que todo sigue, de que los dados están echados más allá del voto", reflexiona. Interrogado sobre el peligro que encierra para la democracia el hecho de que se la considere un sistema inoperante, Nun contesta: "Es el balance de 20 años de democracia, desde el 83, donde hubo una clara tendencia declinante, de deterioro hasta niveles nunca antes sufridos por los sectores populares". Luego intenta encontrarle una explicación a otro fenómeno de difícil dilucidación: por qué -si las encuestas no se equivocan- las grandes mayorías, que empeoraron sus condiciones de vida en estos últimos 20 años, volverán a votar a los mismos que los llevaron a esta situación. "En principio, por la débil tradición democrática del país y las interrupciones militares. Y un dato para tomar en cuenta: los niveles de ocupación y empleo en tiempos de dictadura fueron mucho mejores que en estos 20 años de democracia. Así, el sistema se erosiona y pierde sentido", afirma.
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