Javier Parenti / Ovación
Los Polvorines (enviado especial).- Estuvo ahí de ganarlo, le faltaron poco más de diez minutos para lograrlo. Estuvo ahí de perderlo, en la última jugada, pero surgió el pie milagroso de Campestrini para evitarlo. Esta vez el reparto de puntos fue equitativo. Y todo sigue igual, con San Miguel aferrándose a una mínima luz de ventaja de promedio sobre los salaítos. Sin embargo, Argentino demostró ayer que ahora está mejor parado como para dar el salto. Por juego y actitud, dos condiciones con las que puede aferrarse para no caer. Claro que da bronca no haberlo ganado. Porque Argentino lo buscó mejor desde el arranque. Con la consigna de ir hacia adelante con decisión y paciencia. Si a los 37 segundos el derechazo de Vázquez pasó cerca del palo izquierdo. Y en el cabezazo del nueve, o en aquel zurdazo que no conectó bien García antes de los 20'. Pero el gol estaba al caer. La jugada nació en una arremetida de Raschetti con pase a García, que el arquero tapó justo pero dejando la pelota suspendida esperando el cabezazo goleador de Iriarte. Claro que el salaíto lo merecía. Si San Miguel no sabía qué hacer. Es que Raschetti ganaba por derecha, Villarreal copaba el centro, García estaba siempre y Vázquez complicaba arriba. Por eso Argentino estuvo más cerca. Y de no ser porque Iriarte exageró demasiado para caer en el área ante un agarrón de Berardi, el árbitro se lo hubiera dado. Pero lo vio actor y no le gustó la actuación para marcar el penal al cierre del primer acto. Se sabía que los dueños de casa saldrían a matar por el empate o a morir de contraataque. Y con los ingresos de Encino y Bazán fueron hacia delante, encerrando a los albos en 20' de presión sin ideas. Por eso Argentino se salvó en una serie de cuatro rebotes en el área y Bassani se la robó del pie a Iwanski en el punto penal. Ni hablar de los 31' cuando al mismo delantero se le quedó atragantado el grito de gol tras la intervención de Campestrini. Pero, cuando un equipo pelea abajo no hay nada sencillo y en el momento menos esperado Sciretta no pudo evitar la falta penal contra Agüero, que Albano Anconetani transformó en empate cambiando su traje de arquero por el de goleador. Sí, el empate estaba bien. Todos querían más pero también se conformaban (había empatado Atlanta, el tercero en discordia). Quedaba poco tiempo para cambiar la historia y era preferible dejar todo igual para seguir peleando cada uno en canchas distintas. Y esa justicia de la que muchas veces se habla y que no siempre aparece ayer se presentó en Los Polvorines disfrazada de milagro y le tiró una soga al salaíto. Era el minuto 93 cuando le estiró el pie a Campestrini para que Iwanski no arruinara todo con su gol. El fútbol se nutre de emociones. Argentino y San Miguel le quedan cinco partidos para vivirlas a mil. Es la gran Promoción del torneo que buscarán en cada chapita de resultado. En la de ayer pudo leerse "seguí participando".
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