La muerte de Florencia Rubino no es la primera que se atribuye al Loco de la Escopeta. El 7 de enero de 1994, en Córdoba al 4400, Carolina Salgado murió tras recibir un disparo que también se adjudicó al francotirador. En sus once años de actuación impune, el Loco de la Escopeta sembró el terror allí donde apareció. Uno de los episodios más recordados ocurrió el 13 de junio de 1999 cuando una lluvia de perdigones provocó el desbande de los clientes que estaban en el Mc Donald's de Córdoba al 3400 y resultaron heridos un hombre de 40 años y un chico de seis. Desde entonces las apariciones del francotirador se sucedieron en diferentes sitios ante los ojos de la policía que hasta ahora no logró identificar a el o los autores de los demenciales ataques. Otro de los casos registrados en las crónicas policiales tuvo lugar el 10 de mayo de 1999. Ese día el blanco elegido por el tirador fue un colectivo de la línea 107 que transitaba por avenida Alberdi y Almafuerte. Allí fue herida en un brazo María José Carné, de 29 años. En la mañana del 14 de mayo de 2001, una explosión de perdigonadas impactaron en la terminal de ómnibus cuando una veintena de personas esperaban la salida de distintas líneas interurbanas de pasajeros. Las municiones estallaron en la chapa del cartel indicador de la plataforma 27 y los cristales de puertas y ventanas. Una de las esquirlas le pegó a una mujer de 42 que se disponía a abordar un micro de la empresa El Tigre. La secuencia de ataques se cobró una nueva víctima en septiembre de 2001. Una chica embarazada de 21 años sufrió heridas cortantes en la cara al estallar el cristal de una de las ventanillas de un colectivo de la empresa Villa Diego. Cuando ocurrió el ataque, el coche circulaba por la zona oeste de la ciudad. El Loco de la Escopeta reapareció el 26 de diciembre de 2001 y esta vez el tirador atacó un trolebús de la línea K. En el episodio, una chica de 16 años recibió heridas cortantes en un hombro al estallar los vidrios de una ventanilla del rodado. El suceso fue presenciado por un testigo y permitió a los investigadores realizar un fotofit del sospechoso. No obstante, ese retrato no sirvió para ubicar al francotirador.
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