Ariel Etcheverry / La Capital
El Loco de la Escopeta llegó ayer donde siempre quiso llegar y nunca pudo por obra y gracia de un milagro. Esta vez, a Florencia Rubino, de 12 años, no la salvó ni un milagro ni una casualidad. La mató una perdigonada que le dio de lleno en la cabeza cuando viajaba en un ómnibus de pasajeros sentada detrás del chofer. De esa manera, el maniático que le toma el pelo a toda la policía regularmente desde 1992 se cobró la primera víctima fatal en su escalada de ataques a colectivos y también a frentes de negocios. Como pasó en cada uno de los hechos anteriores, los investigadores no contaban con datos firmes para acercarse al autor del crimen, salvo el testimonio de algunos testigos que dicen haber visto un automóvil celeste metalizado que pasaba justo al lado del colectivo en el momento en que se produjo el disparo. El atentado se produjo alrededor de las 13 contra el interno 16 de la línea 131 que circulaba por 27 de Febrero y Pueyrredón en dirección al oeste. El micro venía del centro de la ciudad por el carril que da sobre el predio de la Sociedad Rural con aproximadamente 15 pasajeros en su interior. Sentada detrás del colectivero viajaba Florencia. La chica había ascendido tres cuadras antes, en 27 de Febrero y Balcarce. Según fuentes policiales, la menor regresaba a su casa luego de haberse reunido con una compañera para hacer una tarea del colegio. El disparo sorprendió a todos los que estaban en el ómnibus y nadie pudo ver con claridad de dónde provino. Algunos testigos dijeron que el estampido se produjo en el momento en que el rodado era superado por un coche celeste metalizado, transformándolo de esa forma en presunto sospechoso. Alberto Pérez, el colectivero, contó que imprevistamente fue sorprendido por un estruendo y el estallido de vidrios. "Pensé que era un piedrazo", contó un rato más tarde a este diario. "Pero enseguida la gente comenzó a gritar «la criatura, la criatura». Entonces clavé los frenos y me tiré al costado", agregó. Eso sucedió frente a la sede del Club Atlético Provincial. Florencia fue alcanzada por los perdigones en el medio de la cara y enseguida se desvaneció bañada en sangre. Según contó el chofer, la chica llevaba unos libros en las manos, entre los cuales había una Biblia. Después, el relato se entrecorta porque el hombre aún estaba shockeado. "Disculpá, pero me hacía acordar a mi hija". Pérez, en el medio del desbande, junto con una mujer trató de ayudar a la nena. "Estaba muy mal. Perdió masa encefálica y se ahogaba con la sangre. Tratamos a ayudarla a que respirara, pero para mí ya se estaba muriendo", recordó el chofer con voz aguda y los ojos llenos de lágrimas, unas horas antes de que se produjera el deceso. Mientras tantos, agentes de la Agrupación Unidades Especiales y de la seccional 5ª de policía revisaban el vehículo en busca de datos que puedan llevar a buen puerto una investigación. De la primera inspección se conocieron datos que concuerdan con episodios anteriores atribuidos al mismo maniático. Por ejemplo, se encontraron restos de perdigones en el interior y se sospecha que la trayectoria del disparo fue de abajo hacia arriba a una distancia no mayor de dos metros. Por la marca que dejó el disparo y las características del bulevar 27 de Febrero, la hipótesis que manejaban los investigadores apuntaba a un francotirador apostado dentro de otro vehículo en movimiento en idéntico sentido que el colectivo. Tal vez lo que llamó la atención fue el cambio de escenario. En el pasado, el escopetero cometía sus ataques en las zonas oeste y norte, nunca había actuado en la zona sur. Florencia fue llevada al Hospital Clemente Alvarez, en estado gravísimo. Desde el principio fuentes policiales dijeron que las municiones dieron de lleno en su cabeza y habían dejado heridas gravísimas. Concretamente la chica sufrió traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica. Los médicos que la atendieron anticiparon que estaba en estado de coma 4 con pronóstico muy reservado. Además recibía asistencia mecánica para respirar. El deceso se produjo alrededor de las 17. El titular de la seccional 5ª, Daniel Barrile, comentó que los padres de la menor reciben por estas horas apoyo psicológico por parte de un profesional puesto por la propia policía para afrontar el difícil momento. Oficiales de alto rango en la policía que concurrieron al lugar del atentado no disimulaban ayer su desazón por la enésima irrupción del Loco de la escopeta. La policía confiaba que en las próxima horas pudiera aparecer algún testigo. "Alguien tuvo que ver algo", remarcó un funcionario policial parado sobre el cantero central de 27 de Febrero a la altura de Rodríguez. "Ojalá que este domingo de Pascua, y con este resultado trágico, a alguien se le ablande el corazón y cuente lo que vio", manifestó.
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