"Nosotros condenamos todas las violaciones (a los derechos humanos), pero me parece que es una hipocresía lo que estamos viendo, que una potencia avasalle países públicamente", dijo ayer el presidente Eduardo Duhalde al justificar la posición argentina de no condenar a Cuba en la ONU. Argentina cumplió ayer con su compromiso de abstenerse de condenar al régimen de Fidel Castro ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas durante la votación en la que el gobierno revolucionario sufrió un nuevo revés por 24 votos a 20. Aunque en este caso se trató de una resolución mucho más moderada que la de años anteriores. Aunque el gobierno ya había dejado trascender la posición que adoptaría ante la comisión de la ONU, internacionalmente no dejó de sorprender que Argentina se apartara del alineamiento que durante una década había tenido con Estados Unidos. Por eso Duhalde salió a defendió la abstención argentina y dio a entender que no se puede condenar la situación de los derechos humanos en Cuba sin hacer lo mismo con el País del Norte por su ofensiva militar a Irak y sus advertencias a Siria. También consideró que Norteamérica "atropella al derecho internacional". "Nosotros condenamos todas las violaciones, pero me parece que es una hipocresía lo que estamos viendo, que una potencia avasalle países públicamente", afirmó Duhalde. De todos modos, dijo saber que la situación en Cuba "se tiene que ir modificando, pero me pregunto si también en el planteo que hicimos con (el presidente de Brasil, Luiz Inacio Da Silva) Lula cuánto tiene que ver el bloqueo" de Estados Unidos "para que los cubanos puedan avanzar en la defensa de los derechos humanos". Tras doce años de condenar al régimen de Castro (durante las gestiones de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y el primer año de Duhalde), el gobierno retornó a la posición histórica de no injerencia en los asuntos internos del país caribeño. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU aprobó ayer por 24 votos a favor, 20 en contra y 9 abstenciones una tibia resolución en la que reclamó a Cuba que reciba a una representante del Alto Comisionado que evalúe la situación de los derechos humanos en la isla. Se trata la jurista francesa Christine Chanet, nombrada en enero, pero a la que el gobierno castrista se negó a recibir. Sin embargo, en el texto no hubo menciones acerca de la detención de decenas de disidentes acusados de ser espías de EEUU y que fueron condenados con dureza, como tampoco de las recientes ejecuciones de tres cubanos que secuestraron una embarcación. La resolución de este año, para evaluar los derechos humanos en el país caribeño, fue impulsada por Perú, Nicaragua, Costa Rica y Uruguay. En lo que hace a los países de América latina, Venezuela votó en contra; Argentina y Brasil se abstuvieron, y Chile, México, Paraguay, Guatemala, Perú, Nicaragua, Costa Rica y Uruguay, a favor. Consultado sobre si reconocía que en Cuba había "fuertes violaciones" a los derechos humanos, Duhalde respondió escuetamente con un "sí señor". Luego aclaró que "la concepción de derechos humanos cubanos no incorporan derechos civiles", aunque sí "los sociales". Por otra parte, negó que el ministro Roberto Lavagna le haya advertido que un voto favorable a Cuba (y en consecuencia contrario a los deseos de Estados Unidos) podría perjudicar la economía. Duhalde aseguró que con el único que habló del tema fue con el canciller Carlos Ruckauf, quien "tiene su opinión -dijo-, pero yo naturalmente, tomo la decisión". En tanto, Duhalde calificó de un "último disparate" la advertencia del gobierno estadounidense a Siria, en el sentido que el país árabe debe demostrar que no tiene armas químicas. "Este atropello al derecho internacional quedará en la historia", enfatizó en seguida. Así, la administración de Duhalde se aleja aún más de Estados Unidos en materia de política exterior, país que días atrás dijo sentirse "decepcionado" por la decisión argentina de no condenar al régimen cubano.
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