Año CXXXVI
 Nº 49.815
Rosario,
jueves  17 de
abril de 2003
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Las reformas teológicas deberán esperar
El Pontífice niega la celebración conjunta de católicos y luteranos de la Ultima Cena

Durante meses el Papa luchó contra la guerra, habló a George W. Bush directamente a la conciencia e incluso envió un cardenal a Bagdad. Aquel era el "Papa de la paz" que tanto gusta a los grupos reformistas de la Iglesia. Ahora, muestra su "otra cara" y acaba con las ansias de católicos y luteranos, sobre todo de Alemania, de celebrar conjuntamente la Ultima Cena. Ese es el "Papa estricto", que tantos dolores de cabeza da a los progresistas.
En la encíclica número 14 de sus casi 25 años de pontificado, que lleva el nombre de "Ecclesia de Eucharistia" ("Iglesia de la eucaristía") y que será publicada hoy, el Papa no deja de nuevo ningún espacio teológico para reformas eclesiásticas o progresos en el ecumenismo.
En el documento se reitera la prohibición de celebrar conjuntamente entre católicos y protestantes la Ultima Cena protestante o la eucaristía católica.
Además, se llama a luchar en contra de los malos usos del sacramento y a poner fin a la negligencia, según el punto de vista del Vaticano, de tratar de difuminar las diferencias entre las Iglesias. Según el Papa, hay en juego verdades de fe inalterables.
Incluso a la Conferencia Episcopal Alemana le resulta difícil ocultar su decepción ante la encíclica, la primera en cinco años y que Juan Pablo II firmará hoy durante la celebración de los oficios de Jueves Santo.
Por su parte, el movimiento reformista Somos Iglesia opina que el Papa seguramente lo que está intentando es sobre todo llamar a la disciplina a disidentes en sus propias filas.
Sin embargo, el grupo pone en claro al mismo tiempo que no se dejará intimidar: en el Congreso Eclesiástico Ecuménico, que tendrá lugar a finales de mayo en Berlín, se seguirá con los planes de invitar a todos los fieles a una Ultima Cena luterana y a una misa católica. Y esto aunque los organizadores se opongan.
En verdad, ningún católico y ningún protestante esperaba en serio que el Papa daría luz verde a la Ultima Cena conjunta. Millones de cristianos no quieren que las diferencias entre la Ultima Cena y la eucaristía sean vistas como un obstáculo para la hospitalidad mutua. Muchas cosas son externamente similares: los fieles van a la iglesia, acuden al altar, toman la hostia y beben el vino.
Pero en el aspecto teológico hay profundas diferencias. "Este es mi cuerpo, ésta es mi sangre", dice el sacerdote al levantar la hostia y el cáliz. Según la fe católica, al pronunciarse esta fórmula se produce un misterio, el de la "transubstanciación": a través de las palabras del sacerdote, la hostia y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Para los católicos no se trata sólo de un símbolo o una celebración en recuerdo de la Ultima Cena, como la ven los protestantes.
Además, Roma insiste en que estas palabras sólo las puede pronunciar un sacerdote del que se pueda probar que fue ordenado por alguien que tenga la llamada "sucesión apostólica", es decir que pueda probar que es sucesor legítimo de los primeros apóstoles. Esta condición, desde el punto de vista del Vaticano, no la cumplen los pastores protestantes. (DPA)


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