Durante casi dos horas, la educadora Emilia Ferreiro —doctora en psicología por la Universidad de Ginebra— mantuvo la atención de los mil docentes, estudiantes e investigadores que se acercaron a escucharla el viernes 4 en la Universidad Nacional de Córdoba. Invitada por esta casa de estudios, el Instituto Domingo Cabred y la Red Latinoamericana de Alfabetización, Ferreiro comenzó su exposición con un emotivo llamado a la paz. “La imagen televisiva parece insistir en que se bombardea un pueblo bárbaro, pero es preciso saber que durante 500 años (de los siglos ocho al doce de nuestro calendario occidental) fueron los científicos de lenguas arábigas los que preservaron la ciencia griega”, recordó Ferreiro. También, que gracias a ellos hoy podemos conocer y estudiar nada menos que a Aristóteles, Euclides y Ptolomeo. Citó entonces que el territorio iraquí fue la cuna de la escritura, “donde se creó la escritura cuneiforme, desarrollada en tabletas de arcilla, un material frágil que aún está en el suelo de Irak. Que hay o había, ya no lo sabemos, después de los bombardeos”, dijo reflejando su tristeza ante tanta desidia. “Podemos hablar —sugirió— con nuestros alumnos de esto, para entender la enorme deuda que tiene la cultura occidental con la cultura árabe. Tal vez se pueda contribuir, entonces, a la necesaria articulación de las diversidades culturales, sin la cual la paz que quisiéramos nunca va a ser realidad”. “El aprendizaje sin sujeto y el sujeto del aprendizaje” fue el título de la conferencia, una cuestión clave a la que aludió Ferreiro ante el auditorio. Cuestión que tiene que ver con uno de los ejes constantes de sus investigaciones, la de reconocer que hay un sujeto en todo aprendizaje, es decir alguien capaz de aprender y conocer por sí mismo. Para definir esta idea, Emilia Ferreiro utilizó un ejemplo de mucha difusión por estos días: “Me preocupa mucho —dijo — el uso de la palabra inteligencia que se está haciendo actualmente acoplada al nombre de objetos. Hablamos de edificios inteligentes, por los que están automatizados; se habla de aulas inteligentes, es decir las que están informatizadas, por lo que, por oposición, deberíamos suponer que las aulas con seres humanos enseñantes pasan a ser aulas estúpidas —ironizó—. Y ahora el colmo: las bombas inteligentes”. Para Ferreiro, la inteligencia delegada en los objetos hace que no veamos al sujeto del aprendizaje “porque tampoco lo vemos en el que enseña”, y el que enseña también es, en definitiva, un sujeto cognoscente. Por otra parte, también afirmó que no se trata de criticar la presencia de las nuevas tecnologías en la escuela. “Hoy hay que preocuparse —señaló— por saber quiénes las están proponiendo, qué clase de soporte técnico les están dando, si llegan, por ejemplo, con un software de Microsoft o con un software libre llamado Linux”. Para ella, además de importante, este es un problema ideológico. Y los planteos sobre la escuela, sujetos de aprendizaje y nuevas tecnologías se unen porque estas últimas llegan “acompañadas” de un equipo de propaganda excepcional y un paquete discursivo a su alrededor que es preciso diferenciar, “porque sin dudas se relacionan con las pedagogías sin sujetos”, dice Ferreiro. Información y conocimiento se unen entonces en estos discursos como si no hubiera distinciones entre uno y otro términos. No es casual —advirtió— que ahora se hable de una nueva economía, aquella difundida como “economía del conocimiento”. “No son palabras que estemos acostumbrados a asociar, sobre todo si se tienen en cuenta las propiedades que se le atribuyen aquí al término conocimiento: el de una mercancía con valor en el mercado, que es perimible, reemplazable y reciclable, como las computadoras cada tres o cuatro años”. “No nos engañemos —resaltó— cuando se usan estas expresiones como knowledge no se trata del conocimiento científico”. Para la educadora, es preocupante que los economistas se hayan apropiado de esta palabra, porque también se apropian de otras conceptualizaciones muy difundidas y defendidas alrededor de la escuela. Así se refirió a expresiones como life long learning (aprendizaje a lo largo de toda la vida), “la expresión —en la versión economicista — más clara de la necesidad de reciclaje que tendrán los adultos en un sistema en donde el trabajo es precario y sus condiciones son cambiantes”. Otro término que se suma al debate es el de learning comunities o comunidades de aprendizaje (locales o virtuales), pero que en esta mirada de la economía del mercado implica un deliberado desplazamiento de la escuela, la que deja de ser el lugar por excelencia para que se produzcan los aprendizajes. “Sin dudas —concluyó la educadora— las pedagogías sin sujeto son mas fáciles de aplicar, menos costosas y conseguirán rápidamente más adeptos. Pero es preciso recordar que la inteligencia no es una propiedad delegable en los objetos”.
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