Retener a los alumnos y evitar el abandono que se producía durante los dos primeros años del secundario tradicional -ciclo básico de este nivel- fueron los objetivos que motivaron la extensión de la obligatoriedad de la enseñanza a esta etapa, que pasó a formar, junto al 7º grado de la primaria, un nuevo ciclo: el tercero de la escolaridad básica. Su localización en el sistema educativo fue uno de los temas que más discusiones provocó en cada provincia. El resultado de la polémica derivó en la coexistencia de distintos modelos de localización para la EGB 3. Así, en la actualidad llegan a convivir en una misma provincia -como Santa Fe- escuelas con EGB completa, polimodales con EGB 3, tercer ciclo para escuelas rurales y una "EGB 3 articulada" (esto es el 7º año en la primaria y el 8º y 9º año en la secundaria). Un panorama tan amplio, disímil y complejo sin dudas obliga a una revisión profunda de su implementación, porque si bien el sentido común indica que la idea era considerar al ciclo como una unidad, la realidad fue por otro camino. Viene al caso recordar la referencia que la ex ministra de Educación de la Nación Susana Decibe hizo en una nota realizada por este medio (el pasado 15 de marzo) sobre la denominación EGB. Tal como ella relató, la idea original del proyecto de reforma contemplaba hacer obligatorio el ciclo básico del secundario, sin mayores cambios de denominaciones. Sucedió que Olijuela del Valle Rivas, que era senadora nacional por el PJ y miembro de la comisión de educación de la cámara alta, "se enamoró" del término EGB tomado del modelo español. El resultado de su "capricho" fue luego un país atomizado por distintos modelos de aplicación del tercer ciclo y el desplazamiento del objetivo central, de contemplar una visión pedagógica focalizada en la problemática de una franja etárea verdaderamente compleja.
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