Mauricio Tallone / La Capital
En la tabla de los promedios lo único regular es la irregularidad. Por eso Central hace dos partidos que no gana y la frialdad de las números hoy lo estaciona afuera de la promoción, ya que Unión (justo perdió con Newell's) y Talleres se amigaron con derrotas en esta fecha. Si bien cuando los auriazules ganaron el clásico hace 15 días en el Gigante también habían convivido con esta sensación de salir de la promo, en aquella oportunidad no se alentó ninguna mención entre líneas porque el equipo venía saltando vallas a paso firme y con ganas de llegar a la recta final con objetivos más ambiciosos. Una lectura rápida de estos vaivenes refleja que el equipo de Russo sumó el sábado a su hoja de apuntes semanales una igualdad ante Colón que 24 horas después no quedó tan descolgada, a pesar de haber jugado para el demonio. Porque con un puntito casi inexpresivo le alcanzó para engordar el promedio a 1,174 reuniendo 121 unidades y porque se distanció un escaloncito más de Unión (119) y Talleres (120). Aunque claro, el manjar dulzón de este presente está en que si hoy terminara el Clausura, Central ni siquiera deberá jugar un partido de desempate contra los cordobeses, como venían amenazando las jornadas anteriores, para no subirse al vagón de la promoción. En el análisis circunstancial de los hechos siempre se corre el riesgo de sentarse en el lugar destinado a las confusiones. Para que se entienda mejor, los canallas no deberían confiarse demasiado con esta ubicación en la que se encuentran. Porque si la realidad auriazul está más cerca de lo exhibido ante Vélez y Colón que de la soberbia actuación en el clásico, lo más probable es que la torta en algún momento se dé vuelta y el primer párrafo de estas líneas vaya a parar al tacho de basura. Miguel Angel Russo sabe largo rato de qué se trata este sube y baja continuo, porque antes de ubicarse en el banco de Central supo doctorarse en estos menesteres cuando condujo a Los Andes, Estudiantes y Lanús. Ahora no sólo tendrá por delante desacostumbrar a sus jugadores de tardes como las de Liniers o el sábado en el Gigante, sino que su tarea se instala en mantener el equilibrio a la hora de radiografiar el alcance de este momento. Por lo pronto, el recorrido del campeonato le extiende una mano. Central se está salvando de todo cuando todavía le falta jugar contra rivales directos en la pelea. Por ejemplo dentro de quince días visitará a Huracán (1,097), en la 11ª fecha viajará a Córdoba para verle la cara a Talleres (1,165), en lo que podría transformarse en un choque bravo de digerir si el resultado no acompaña. Después el fixture le tiene preparado tres estaciones con connotaciones determinantes para el futuro. Porque enfrentarse en forma consecutiva contra Nueva Chicago (1,138), Unión (1,155) y Banfield (1,200) pueden acercarlo al paraíso o empujarlo al patíbulo de los descendidos o promocionados. Pero parece que Central encuentra en la complicidad de sus adversarios lo que hoy por hoy no destila su juego. Mientras las matemáticas le cierren, bienvenida sea esa ayuda.
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