Parece una historia de desencuentros. De contingencias al margen de cualquier razón que pueda argumentarse. Pero es realmente notable lo que sucede con los rivales de Argentina que deben llegar a Buenos Aires desde comienzos de 2002. Tanto en octavos como en cuartos de final, de la temporada anterior y de este año, estuvieron ausentes los número 1 adversarios.
Frente a Australia, no sólo faltó Lleyton Hewitt, sino que tampoco jugó Mark Philippoussis, ni siquiera Patrick Rafter, que todavía disfruta de un año sabático. Fue 5 a 0 a comienzos de 2002.
Goran Ivanisevic, una especie de mito viviente del tenis de Croacia (ganador de Wimbledon en 2001), sólo disputó, a duras penas, el choque de dobles que les entregó a los europeos uno de los dos puntos en juego. Argentina se impuso 3 a 2.
Este año la historia volvió a repetirse. Tommy Haas, el número uno de Alemania, no viajó a Argentina por lesión. Ni siquiera vino Nicolas Kieffer, ex número 7 del ránking mundial. En el debut de Luza, Argentina derrotó 5 a 0 al equipo que trajo como estrella a Rainer Schuettler, finalista esta temporada en Australia.
Este fin de semana, el ausente fue Marat Safin. Aunque nadie podrá decirle que no quiso venir a Argentina. El gigante estuvo en Buenos Aires, pero de paseo.
Algunos, bastante atrevidos por cierto, hablan por lo bajo que a los tenistas de élite les fastidia tener que llegar hasta el país más austral del mundo para volverse con las manos vacías.
Lucubraciones al margen, está claro que nadie se llevará del Buenos Aires Lawn Tennis, o del Monumentalito, lo que no se gane transpirando mucho adentro de la cancha. Argentina transformó al polvo de ladrillo porteño en un bastión casi inexpugnable por más encumbrado que sea el rival de turno.
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La Ciudad
