Washington. - La tan mentada renuencia de EEUU a tolerar bajas militares en la era post-Vietnam enfrenta su prueba de fuego en Irak, mientras aumenta el miedo por las intensas batallas que se espera sean libradas por el control de Bagdad. Si la guerra toma un mal giro para EEUU, ¿cómo reaccionarán los estadounidenses que apoyan el conflicto armado liderado por el presidente George W Bush si regresan esas temidas imágenes de norteamericanos regresando a casa en bolsas para cadáveres? Los presidentes estadounidenses post-Vietnam han sido percibidos como quisquillosos a la hora de aceptar fuertes bajas en combate, particularmente de enemigos como Osama Bin Laden y Saddam Hussein. Esa aprensión a menudo se considera un legado de Vietnam, la guerra perdida, que dividió profundamente a la sociedad norteamericana y dejó 58.000 soldados estadounidenses muertos. Desde entonces, la palabra "pantano" identifica un cuestionable conflicto del que las fuerzas estadounidenses corren el peligro de no salir. Entre el público estadounidense la opinión sobre la guerra ha oscilado marcadamente durante la primera semana de conflicto: la euforia inicial se desvaneció cuando se reportaron las primeras muertes de soldados, calificadas como "fuertes bajas" por corresponsales de guerra inexpertos. Según una encuesta de Pew Research, del 71% de los entrevistados que hace una semana decían que la guerra iba "muy bien", sólo el 38% pensaba igual el pasado lunes. El analista del centro de investigaciones Brookings Institution, Kenneth Pollack, dijo que Saddam Hussein parece haber obtenido beneficios de las reacciones a las muertes de soldados estadounidenses en los combates de Nasiriya y Basora. "Saddam cree que consideramos que 10 ó 12 bajas son fuertes bajas y que no podremos aceptar grandes bajas. Para Saddam, 10.000 bajas en un día pueden ser fuertes bajas", dijo el analista. En comparación, un estudio no científico sobre las muertes en combate en Vietnam muestra que, en promedio, unos 20 soldados estadounidenses murieron diariamente entre 1965 y 1972. En el año más sangriento de la guerra, 1968, esa cifra ascendió a 45 muertes diarias. Si esta guerra degenera en un prolongado combate callejero en Bagdad, una táctica que comunmente favorece a quien defiende, las bajas norteamericanas podrían aumentar significativamente. Muchos expertos creen que Saddam Hussein considera que su mejor arma para erosionar el apoyo público al presidente George W. Bush es atraer a las tropas norteamericanas hacia las ciudades. "La meta es clara: trastornar y detener a los estadounidenses en la medida en que sea posible", dijo Judith Kipper, experta en Medio Oriente para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CEEI). "Matar cuantos estadounidenses sea posible, tomar prisioneros si puede, porque todavía piensa que EEUU no puede aguantar bajas", agregó. Pero aún falta probar si el apoyo público se erosionará a causa de fuertes bajas del lado norteamericano. "Creo que la gente ha exagerado la no disposición del público a aguantar bajas", dijo Clark Murdock, otro experto del CEEI. "Si la misión está logrando algo, podrán aguantar las bajas". Otros expertos creen que los atentados a EEUU del 11 de septiembre de 2001, que dejaron unos 3.000 muertos, surgieron en parte de la creencia de que la única superpotencia mundial se había ablandado. En 1996, Bin Laden, líder de la red Al Qaeda, emitió una declaración desde Afganistán en la que se burlaba de la impotencia del poder estadounidense: "Cuando decenas de sus soldados murieron en batallas pequeñas, y un piloto estadounidense fue arrastrado por la calles de Mogadiscio, se fueron del área decepcionados, humillados, con la derrota y la muerte". El ex presidente Bill "Clinton apareció frente al mundo amenazando y jurando venganza, pero esas amenazas eran sólo un preparativo para el retiro". La debacle de Somalia, una operación de paz que fracasó en 1993, fue una de esas humillaciones. En 1983, 243 marines estadounidenses murieron en un atentado con bomba mientras dormían en sus barracas en Beirut, y un año después se retiraron del Líbano. Ese concepto de la renuencia de EEUU de resistir fuertes bajas se reforzó con la primera Guerra del Golfo (1990-91), que pudo exorcizar en algo los fantasmas de Vietnam, pero fue ganada en el aire. La resistencia de Clinton a enviar fuerzas terrestres a Kosovo en 1993 también reforzó la noción, pero otros creen que desde el 11 de septiembre de 2001 el público estadounidense puede resistir las muertes producto de la guerra. (AFP)
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