Con reglas de juego estables y un marco de estabilidad económica, el sector agropecuario puede alcanzar en el año 2011 una cosecha de 100 millones de toneladas de granos, exportar un millón de toneladas de carne y producir una cifra algo superior en productos avícolas. Esto significaría al final del camino un ingreso adicional de divisas de 7.500 millones de dólares anuales.
Estas proyecciones, que en la industria agroalimentaria se proponen como el paradigma de un nuevo plan estratégico de desarrollo económico, vienen tomando forma desde mediados del año pasado. Esta semana, especialistas de la Fundación Producir Conservando explicaron en una jornada organizada por la Bolsa de Comercio de Rosario y dirigentes de la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid), cuáles son los instrumentos para alcanzar estas metas que, según el coordinador de la fundación, Gustavo Oliverio, "son alcanzables con la tecnología que ya está disponible en el país".
Oliverio y el especialista Gustavo López enfatizaron que el antecedente sobre el cual se basan estas proyecciones es el salto de productividad que experimentó el sector en los últimos 10 años.
En materia de producción agrícola, recordaron que en la década del 80, con un área promedio de 20,6 millones de hectáreas sembradas con granos, la producción era de 37,2 millones. En la campaña 2001/2002 la cosecha alcanzó los 69,6 millones de toneladas y se estima que, aún con los problemas derivados del brusco cambio económico, la campaña 2002/2003 se encontrará muy cerca de las 72 millones de toneladas.
En el mismo período, las exportaciones totales del complejo agroalimentario saltaron a 12.500 millones de dólares y cambió su composición. Hasta los 80, el 60% eran productos primarios y 40% Manufacturas de Origen Agropecuario. Ahora, esa relación es la inversa. Entre el año 93 y el año 98, el negocio agropecuario atrajo inversiones por 9 mil millones de dólares. Para Oliverio, las metas que se plantean para el 2011 infieren un potencial de inversiones de similar magnitud para los próximos años.
El salto de 40 a 70 millones de toneladas en menos de 20 años estuvo apoyado en un un aumento de más de 10 millones de hectáreas sembradas con cereales y oleaginosas y un incremento sustancial de los rindes. Oliverio y López reconocieron que la tasa de crecimiento del sector se desaceleró en los últimos años de los 90 como consecuencia de la caída de los precios internacionales. Lo mismo ocurrió con las inversiones. Sin embargo, destacaron que lo novedoso es que el área sembrada siguió aumentando "a pesar de los bajos precios", lo cual pone en evidencia el rol de la tecnología en ese proceso.
El modelo tomado por los técnicos de la Fundación Producir Conservando abrevó en informes del Inta que hablan de un potencial de crecimiento del área agrícola de entre 5 y 6 millones de hectáreas y tomó los rendimientos promedio obtenidos por los grupos Crea, así como estudios de la Secretaría de Agricultura y del Usda.
Así, plantearon una serie de escenarios para los granos. Con y sin aumento del área sembrada. A la foto de la campaña 2001/2002 le aplicaron las tasas de crecimiento de superficie y rendimientos en los últimos cinco años, el promedio histórico y las de la última década. El resultado es una estimación de cosecha al final de la década de entre 85 y 100 millones de toneladas.
"Este es un objetivo muy factible de ser alcanzado si se cumplen las condiciones adecuadas, nada dice en realidad que las cosechas no puedan volver a las 50 millones de toneladas en un escenario de caos e incertidumbre toda", aclaró López.
Basados en un cálculo levemente optimista -éxito de las conversaciones en la OMC de por medio- de 150 dólares para el trigo, 110 para el maíz, 90 para el sorgo y 230 para las oleaginosas, los especialistas consideraron que el ingreso por exportaciones granarias podrían superar los 15.700 millones de dólares.
El rol de la infraestructura
Este salto implicaría, a su modo de ver, resolver una serie de limitantes físicas que al mismo tiempo implicarían oportunidades de inversión. Transporte, almacenaje y procesamiento están en primer lugar en la agenda. "si ahora se está produciendo un congestionamiento del transporte, cuando no se levantó ni el 25% de la cosecha, es fácil de imaginar el caos que se ocasionaría con un escenario del cual estamos hablando", señaló López.
"Se calcula que el almacenaje fijo actual es de 57 millones de toneladas, sin contar las bolsas que en 2003 almacenarían otros 12 millones", destacó y aseguró que tanto en materia de almacenamiento como de procesamiento "se necesitará una ampliación similar al incremento de la oferta". Eso lleva a una necesidad creciente de inversión privada y también de un plan de obras públicas que contemple nuevos sistemas de transporte, como el caso del proyecto Circunvalar.
Oliverio y López enfatizaron además la necesidad de avanzar en instrumentos de política comercial, como un mayor desarrollo de mercados de futuro, "para seguir con la tendencia a desestacionalizar la cosecha".
Contraataque ganadero
Las proyecciones para el sector de ganadería bovina también son optimistas, aunque parten de antecedentes menos espectaculares. "La actividad ganadera en los últimos años mostró, a diferencia de la producción de granos,caída en la producción y sus exportaciones", aclararon los técnicos.
Explicaron que la producción de carne cayó en los 90 un 18%, básicamente por el desplazamiento de la actividad a manos de la ganadería. En materia de exportaciones, la crisis sanitaria hizo lo suyo para derrumbar en 2001 las ventas al exterior a 142 mil toneladas, aunque la reapertura de los mercado logró el año pasado llevar esa cifra a un volumen cercano a las 300 mil.
Pero desde la Fundación Producir Conservando entienden que esta situación es revertible con políticas de reestructuración del sistema sanitario y el combate frontal a la evasión fiscal y la competencia desleal, junto con la aplicación de tecnologías "que ya se están usando en el país". Así, anticiparon que si todos los ganaderos lograran los índices de producción promedio de los grupos CREA, la cría podría alcanzar una producción de 3,3 millones más terneros y ganar 624 mil toneladas en invernada. "Esto significa un valor adicional de 750 millones de dólares".
"En base a datos reales, que hoy se están obteniendo, la producción de carne en Argentina puede alcanzar los 3,5 millones de toneladas y para que ello ocurra sin provocar una caída de precios, habrá que aumentar fuertemente las exportaciones, por lo cual hacia el final de la década las ventas al exterior podrían ubicarse, dependiendo del mercado internacional, en el orden de las 800 mil o un millón de toneladas", señalaron.La otra cadena estudiada, la de la carne aviar, también podría saltar de algo más de 600 mil toneladas actuales (teniendo en cuenta la abrupta caída del 18% que experimentó el sector en 2002) a 1,25 millones en una década. "En un marco favorable, sobre la base de lo producido en 2001 y tomando la tasa promedio de crecimiento de la actividad entre 1995 y 2001, del 3,3% anual, se pueden alcanzar cifras de producción y aumento de las exportaciones realmente notables", agregaron.
Tanto Oliverio como López resaltaron que las metas propuestas son factibles de alcanzar técnicamente y lo enmarcaron en un panorama de moderado crecimiento de la economía mundial y un avance en las negociaciones internacionales para liberalizar el comercio agrícola. "Hay que entender que en Argentina el sector agropecuario es un peso pesado, que ocupa directa o indirectamente al 40% de la Población Económicamente Activa y participa de más del 50% de las exportaciones, pero en el comercio internacional nuestra participación es de apenas el 2,2%", aclararon.
Si las variables internacionales son difíciles de manejar, a nivel interno, la agenda depende de la voluntad política. Tanto en materia de obras de infraestructura como en el activo que más valora el sector: la estabilidad política, económica y fiscal. "En abril de 2002 realizamos una encuesta entre 120 productores y le preguntamos cuales eran desde su punto de vista los factores que determinaban el crecimiento de su empresa. La mayoría contestó: estabilidad y tecnología", resaltaron los analistas de la fundación.
En ese contexto, explicaron que resulta imprescindible garantizar la seguridad jurídica, el respeto de los términos contractuales, la estabilidad de la moneda, la recreación de sector financiero sólido y la previsibilidad de la política tributaria. Para Oliverio, "de cómo se ataquen estas limitantes dependerá cuán rápido se alcance las metas de crecimiento propuestas para el 2011".