Um Qasr. - Llevando sus manos en forma de taza hacia sus labios, el joven Farazdag, de 27 años, intentaba explicar a un soldado estadounidense que necesitaba agua. A sus espaldas una multitud arremolinada haca los mismos gestos a cualquiera que vistiera uniforme, incluso a los vehículos militares estadounidenses y británicos. La ciudad portuaria iraquí de Um Qasr -en la frontera con Kuwait- está ahora bajo el control de las fuerzas invasoras, pero ha quedado sin servicio de agua y electricidad. Sus residentes dicen que hay escasez de alimentos y que el mercado está vacío. "Nosotros le damos la bienvenida a esa gente", dijo Farazdag, mirando nerviosamente al soldado estadounidense. "Queremos decirles que no queremos armas, no queremos bombas, no queremos guerra. Venimos en paz. La gente aquí quiere alimentos y agua", dijo. Una fuerza conjunta de ingenieros militares estadounidenses y británicos recorrió el martes la planta de tratamiento de agua de Um Qasr y la estación de energía, ambas fuera de operaciones desde que comenzó la invasión la semana pasada. Residentes locales comentaron que la planta de agua fue dañada durante el atronador asalto por tierra. No es verdad, dijeron las fuerzas de Estados Unidos. Los estadounidenses afirman que el agua que alimenta a la planta viene del lejano norte, cerca de la ciudad de Basora, y que los grifos fueron cerrados por órdenes del presidente Saddam Hussein. "Saddam los cerró" dijo el mayor John Taylor, que es parte del equipo de Ingenieros Reales Británicos, especializado en infraestructura civil. "La planta de agua no tiene daños militares. Ni un agujero de balas. Apenas Um Qasr fue invadida los tipos en Basora cortaron los suministros", agregó. Las fuerzas británicas y estadounidenses dijeron que abastecerán de agua y electricidad lo más pronto como puedan, pero no han dicho cuándo. Ayer por la tarde, un vehículo del ejército británico patrulló la ciudad, anunciando en árabe a través de un altavoz que la ayuda estaba llegando: "Somos soldados británicos. Les vamos a traer alimentos y agua. Vamos a llevar a la normalidad a Um Qasr". Los residentes de Um Qasr, un polvoriento pueblo de casas de adobe y techos planos, dijeron que la situación es desesperada. "Tenemos niños, bebés. Estamos todos tan sedientos", dijo Salman, un obrero portuario. "Ya estamos sufriendo. Y no sabemos que va a pasar mañana o pasado mañana". (Reuters)
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